No sé si sería la casualidad, o tal vez el haber escuchado poco antes las vibrantes notas de: “La Primavera” de Vivaldi, quizá su concierto más conocido compuesto allá por 1720 y cuya grabación 200 años después, re-impulsó la popularidad de su música, que hoy en día con frecuencia escuchamos por estas primaverales fechas abrileñas.
El hecho es de qué, como cualquier otro día al dirigirme a abordar mi vehículo, me detuve por un instante a contemplar un exuberante rosal repleto de turgentes flores color rojo sangre, que en ese momento me pareció como surgido de entre las notas musicales del veneciano “cura rojo”, por lo que el instante se volvió un minuto y el minuto se disolvió en esa extraña abstracción, que hace parecer que el tiempo no transcurre cuando contemplamos la belleza en su forma más simple y pura.
La razón de esta dilatación fue que por ahí, mimetizada con las hojas del rosal, colgaba una como pequeña “bolsa” semi-rasgada y en cuyo interior parecía moverse algo.
Entonces y de golpe recordé mi biología escolar, ¡era una crisálida!, era una mariposa a punto de iniciar su efímera vida alada después de haber sido huevo durante quizá 15 días o más, luego durante otros tantos se volvió oruga y se alimentó y aumentó muchas veces su tamaño, todo mientras sobrevivía a voraces predadores y a vendavales que podían arrancarla de la seguridad que le brindaban las espinosas ramas.
Ahora, luego de descomponer y reorganizar sus estructuras corporales, ella lucharía durante unas horas por romper las paredes de lo que fue su casa.
El esfuerzo sería enorme y por momentos parecería renunciar, pero sería solo una pausa, para luego reiniciar sus intentos con nuevos bríos, mientras su pequeño corazón bombeaba cada vez más fuerte y se fortalecía preparándose para realizar la importante misión de irrigar su cuerpo y sus alas, para así cumplir el mandato de su especie: ¡volar y vivir!
Ella vivirá toda su vida en una sola primavera, Vivaldi la vivió en 63, yo no sé cuantas más viviré, pero en todas intentaré cumplir el mismo mandato que las mariposas: ¡volar y vivir!