Muchos años después de que en mi ya lejana infancia conocí el legendario Lago de Chapala, hace algún tiempo se dio la ocasión de visitarlo de nuevo.
Dado que ni soy ecologista ni entendido de esos temas, no sabría cómo describir las lastimosas condiciones del paraje que esta vez encontré, mismo que en mis recuerdos guardaba yo como un lugar paradisiaco.
Tampoco sé si actualmente los esfuerzos que realizan gobierno y comunidades de esa región hayan logrado detener el deterioro del sitio, pero más allá de desear que así sea, pretenden estas líneas compartir la especial experiencia de cómo lo que vi, impactó de una extraña manera en algún lugar de mi memoria ancestral, esa que sin saberlo todos heredamos de nuestros más remotos y primitivos antepasados, memoria en la que aunque carente de conocimientos técnicos o científicos, pervive un sexto sentido que como un instinto de conservación nos hace distinguir vida de muerte, y por instinto también acercarnos o alejarnos de la una o la otra.
Por obvias razones el desarrollo de las comunidades de casi todas las especies de seres vivos, incluidos los humanos, se ha dado en las cercanías de un elemento imprescindible para la vida: el agua.
Quizá sea por eso que con frecuencia damos por hecho tanto su existencia como su disponibilidad, como algo que siempre ha estado ahí y que siempre lo estará, pese a que la historia nos muestra cómo civilizaciones como la Maya, han desaparecido cuando dejaron de contar con ese vital líquido, el que además de cumplir las funciones de: regular la temperatura corporal, lubricar articulaciones, transportar nutrientes y oxígeno a las células, digerir alimentos, eliminar toxinas, hidratar la piel, ayudar al funcionamiento del cerebro, lubricar tejidos y mucosas, mantener el sistema circulatorio, etc., juega un papel primordial en el equilibrio del ecosistema.
Si los hados traviesos de esta mi casa editorial no hacen de las suyas con estas grafías, cuando estén ellas ante tus ojos, la ONU celebrará el Día Mundial de los Lagos, ojalá y a Chapala le toque algo bueno de dicha celebración.