Seguramente al igual que alrededor del mundo a muchos otros les ha sucedido, la prolongación del confinamiento con todos sus bemoles, germinó en mí buenas intenciones para las que antes “no había tiempo”.
Entre otras, decidí llamar a algunas personas de mis aprecios a las que hace tiempo no veo.
Después de las obligadas muestras de sorpresa y afecto, invariablemente la plática giraba hacia el manejo que cada uno ha dado a la incertidumbre en la que vivimos, un manejo qué, como dice la frase popular: “cada quien hace como sabe o como puede”.
Esto me hizo recordar ciertas teorías psicológicas que afirman que en la historia de la evolución humana, primero fueron las emociones y después el razonamiento, lo cual a pesar de lo andado, en muchos casos sigue vigente, es decir; somos seres emocionales antes que racionales y en ocasiones en ese orden decidimos y actuamos, por eso ante la incertidumbre surge una emoción: el miedo.
Por lo contrario a lo que comúnmente se piensa, el miedo no es malo, pues genera el estado de alarma requerido para enfrentar el peligro real o imaginario que lo genera.
El asunto se complica cuando el miedo no desaparece porque no se razona o porque la sensación de peligro no desaparece, entonces el miedo se vuelve continuo y constante y eso nos genera ansiedad y angustia.
Ya en este punto las cosas se vuelven más difíciles, pues la ansiedad genera altos niveles hormonales que terminan afectando nuestro sistema defensivo y eso nos hace vulnerables a infecciones y contagios.
Aunque la psicología apenas recién aparece separada de la filosofía en el siglo XIX, como una disciplina terapéutica y de análisis de la conducta humana orientada a mitigar el sufrimiento mental, ya desde antiguo se valoraba la tranquilidad espiritual como algo indispensable para conservar la salud física.
Justo de aquellos tiempos antiguos retomo y comparto contigo una buena intención que sintetiza todas las recetas ideadas para lograr esa tranquilidad: “Shalom”, (La paz sea contigo).
Hay que aplicarse a buscar y encontrar esa paz. ¿Cómo? cada quien como sepa o como pueda.