Poco a poco y con probaditas nos llegó el invierno, o Boreas, como llamaban los antiguos griegos al dios del viento frío, que cubierto de nubes acarreaba esa estación.
Representado como un alado y fuerte anciano de barba y cabellos desgreñados y de violento carácter, era, como sus hermanos los Anemi, hijo de Eos, la bellísima diosa de la Aurora, quien cada día a la orilla del mar anunciaba la llegada de su hermano Helios (el Sol), pero solo por breves minutos, debido al hechizo de Afrodita (Venus), celosa de haberla visto en la cama con Ares (Marte), hechizo que además la condenaba a ser como “La Donna e mobile”, también breve con sus amantes solo mientras tenían juventud.
Pero ¡¿Cómo gastas tiempo, tinta y espacio?! En narrar estos cuentos, me dirán algunos, si todos sabemos que la mitología griega es tan sólo ficción, fruto de la fértil imaginación de la cultura helénica.
Pues sí, tan imaginaria como los son todas la mitologías, sin embargo estos mitos han jugado y juegan un importante papel en el imaginario colectivo.
Los mitos no son dogmas, son historias de libre interpretación que con sus metáforas, fábulas y moralejas, explican fenómenos que para el común de las personas son inexplicables y aún de otros misterios que ni científicamente son comprensibles, tales como el principio del cosmos, el caos, la vida, la muerte y en sí todos esos fenómenos naturales para los que la ciencia no tiene explicaciones claras y accesibles.
Pero no es solo ese el único beneficio, sino que también conllevan un sentido ético que enriquece nuestro concepto del bien y el mal.
Y a propósito de Eos y del sentido “cogno-educativo” del mito, se dice que su único amor duradero fue Titono, un bello mancebo de cuyo diván se levantaba Eos cada mañana perdidamente enamorada, por lo que pidió a Zeus concediera a su amante la inmortalidad, pero olvidó pedir también el don de la eterna juventud, con lo cual Titono fue envejeciendo encogido y arrugado pero sin morir, hasta que por compasión Eos lo convirtió en cigarra.
Por cierto, un mito muy a propósito de la hoy tan en boga metrosexualidad.