Política

El viacrucis de votar desde el extranjero

Moisés Butze
Moisés Butze

La reciente elección presidencial es la cuarta ocasión en que los ciudadanos mexicanos que radican fuera del país pudieron ejercer su voto desde el extranjero (2006, 2012, 2018, 2024). Esta elección dio grandes sorpresas porque fue la primera vez en que se instrumentó la posibilidad de que se votara de manera presencial y eso le dio enorme visibilidad a este proceso. Anteriormente se había votado vía correo postal (desde 2006), y desde la elección anterior (2018) se incluyó la opción de voto por internet. En esta ocasión, 2024, se pudo votar por las tres vías, postal, internet y presencial.

¿Por qué el tema se volvió tan mediáticamente visible? Resulta que a pesar de que hay poco más de un millón y medio de mexicanos que han tramitado su credencial del INE con domicilio en el extranjero, tan solo 228 mil completaron el trámite para primero darse de alta en el registro electoral y segundo aparecer en la lista nominal de electores mexicanos en el extranjero. Es decir, no basta con tener la credencial del INE sino que hay que concluir todo el registro.

Fue así que con base en ese número de potenciales votantes que completaron el trámite (228 mil) el Instituto Nacional Electoral hizo los ajustes para organizar la elección desde el extranjero. Una primera señal de alerta ocurrió cuando la autoridad electoral detectó casos graves o de dudoso registro por el domicilio de electores que se repetía en más de una decena de casos, o en los que no había información certera. En este caso fue correcto que la autoridad revisara los 40 mil registros que causaban duda y que finalmente corrigieron más de la mitad que quedaron debidamente avalados para poder votar desde el extranjero.

Es importante decir que el voto por internet (135 mil 331 votos ) y en segundo lugar la vía postal (39 mil 634 votos) estuvieron por encima del interés por votar de manera presencial y esto tiene una explicación. Resulta que la inscripción para votar de manera presencial sorprendió a las autoridades por ser relativamente baja, probablemente entre otras cosas porque solo se dispusieron 23 casillas electorales en consulados, principalmente en Estados Unidos y adicionalmente en Montreal, Madrid y París, a pesar de que México tiene la red de consulados más extensa del mundo.

Fue entonces cuando se decidió abrir la opción de que se pusieran casillas especiales en cada consulado. Sirva decir que históricamente dichas casillas especiales siempre han causado controversia y dejado a más de uno enfurecido porque por ley limitan a mil 500 boletas, con la posibilidad de que se pueda votar en lugares como aeropuertos, fronteras o de manera estratégica a lo largo del territorio nacional.

En el caso del voto desde el extranjero al instrumentar esta opción de casillas especiales que no requerían credencial con domicilio en el extranjero, se generalizó la idea de que muchos mexicanos compartieron que cualquiera puede llegar y votar en algún consulado sin mayor problema. Ahí estuvo el germen de un día que desquició a muchos, causó filas infinitas, primero entre quienes se habían registrado con anterioridad para votar “in situ”, pero no avanzaba su fila, segundo, de quienes llegaban para ejercer su derecho sin haberse inscrito y que tuvieron que esperar durante horas y horas a que los funcionarios del INE en cada consulado se organizaran y cuando las boletas de las casillas especiales se acabaron se inició la rebelión “queremos votar”, “fraude”, que fueron gritos que se oyeron a coro a lo largo del día e incluso entre quienes hicieron fila por casi 20 horas en algunos casos. A eso se suma el hecho de que el proceso para votar que se estimaba llevaría tres minutos, se extendió hasta 20 por elector y esto incrementó el caos y la frustración. Sedes como Nueva York, Chicago, Los Ángeles y Madrid reportaron no solo largas filas, sino insurrecciones ciudadanas que dieron la vuelta al mundo.

Si se hubiera resuelto esta situación permitiendo una votación eficaz y extendida vía casillas especiales a quienes buscaban ejercer su derecho el mismo día de la jornada electoral, sin duda se hubiera incrementado en varios miles de votos el resultado de los sufragios desde el extranjero, no obstante, la jornada resultó un éxito total ya que dobló el número de votos emitidos hace 6 años en que se contabilizaron 98 mil 470 votos, frente a 197 mil 203 de esta elección, los cuales se dieron 135 mil 331 por internet, 39 mil 634 vía postal y 22 mil 238 los votos presenciales. En cuanto a los resultados por candidata y candidato a la Presidencia, Claudia Sheinbaum obtuvo 91 mil 510 votos, Xóchitl Gálvez 86 mil 518 y Jorge Álvarez Máynez, 4 mil 434.

Un detalle que puede cambiar esta situación a futuro es el hecho de que el Ejecutivo federal presentó una propuesta en la Reforma Electoral en febrero de este año la cual incluyó detalles para ampliar la participación electoral de los mexicanos que radican en el extranjero y facilitar el procedimiento de inscripción y voto. Entre otras cosas, se dispuso que el padrón electoral no se inutilice como está actualmente previsto en la ley y que, por el contrario, dicha base de datos se preserve para la siguiente elección, lo mismo que considerar otras formas de identidad jurídica avaladas por el estado mexicano para poder registrarse en el padrón electoral (pasaporte y/o matrícula consular que solo se obtiene en el extranjero).

Estas y otras medidas, junto con el hecho de que los mexicanos pueden votar desde el extranjero no solo para la Presidencia, sino para senadores, en algunos casos gobernadores, e incluso diputaciones de representación proporcional o directamente diputación migrante, algunos cambios ni siquiera tan profundos, pueden transformar de una manera verdaderamente revolucionaria la relación del Estado mexicano con su diáspora que mostró con los resultados electorales su diversidad, incluyéndolos de manera plena en la experiencia política más relevante de toda democracia, las elecciones.


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Leticia Calderón Chelius
  • Leticia Calderón Chelius
  • Doctora en Ciencias Sociales por FLACSO-México. Profesora e investigadora del instituto Mora y estudiosa de los derechos políticos en escenarios de migración internacional.
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