El entonces presidente de México y su esposa ex actriz, tenían una casa de más de 7 millones de dólares, ni juntando todo el dinero que hubieran ganado en su vida podrían tener ese capital. La Gaviota salió a llorar frente a las cámaras diciendo que su trabajo de 25 años de actriz le daba para eso y se dolió del juicio malicioso de quienes los tildaron de rateros. Tiempo después, el secretario de la Función Pública declaró que no había delito ni falta que reclamar. Nadie les creyó, para todos fue claro que la ley se puede interpretar para no funcionar y recibimos dos cachetadas como país, la primera haber sido robados, la segunda la burla de la impunidad.
De ese tipo de cosas estábamos huyendo…
Se reveló que el director de la CFE tenía 23 casas de lujo a nombre de su hijo y su concubina, no declaradas oficialmente, la suma de sus valores tampoco se justificaba con los ingresos legales percibidos durante toda su vida de político primero del PRI, luego del PT y ahora de Morena. El funcionario desconoció a su concubina de toda la vida y la Secretaría de la Función Pública salió a declarar que no había delito ni falta que reclamar. Nadie les creyó, para todos fue claro que la ley se puede interpretar para no funcionar y recibimos dos cachetadas como país, la primera haber sido robados, la segunda la burla de la impunidad.
Se dio a conocer que el hijo del presidente de la república vivía en una mansión de lujo en Houston, donde se daba vida de rico cuando un par de años antes había declarado no tener mayor patrimonio ni proyectos, de nuevo no había forma de justificar su riqueza súbita, había indicios claros de tráfico de influencias con contratistas de Pemex, la empresa involucrada dijo que no había tratos sucios y el presidente salió a decir que “al parecer la señora tiene dinero”, refiriéndose a su nuera. Nadie les creyó, para todos fue claro que la ley se puede interpretar para no funcionar y recibimos dos cachetadas como país, la primera haber sido robados, la segunda la burla de la impunidad.
Hoy existe la acusación de plagio en la tesis de la ministra de la Suprema Corte de Justicia, la UNAM ya dijo que hay un 90% de similitud entre su tesis y otra anterior. La ministra ha ofrecido cartas de recomendación y buena conducta, expuso la inverosímil versión de haber sido ella la plagiada, lo cual no solo no cuadra en los tiempos, la tesis no podría haber sido escrita en el 85 y contener referencias del 86, y considerando también que en los años ochentas para lograr un plagio de ese grado era necesario tener el original mecanografiado a disposición durante un buen periodo, para poder transcribirlo. Ha ofrecido un testimonio ante notario donde el autor de la primera tesis supuestamente reconoce la culpa de haber plagiado. Nadie le cree, pero todos estamos resignados a las dos cachetadas.
Katya Morales Prado@Kmoralesprado1