Cerca del final de la segunda guerra mundial, dadas las condiciones de Europa y el enorme control que ejercían los Estados Unidos, este país en Bretton Woods decide establecer las reglas de un nuevo orden económico mundial que operaría bajo cuatro propuestas centrales: primera, la creación de una institución denominada Fondo Monetario Internacional, cuya función sería corregir desequilibrios transitorios en las balanzas de pagos evitando fluctuaciones bruscas en el tipo de cambio. Segunda, la utilización de una sola moneda mundial que daría certeza y agilidad al comercio mundial, esa moneda fue el dólar. Tercera, el dólar se vincula al oro y el resto de las monedas se vinculan al dólar. Cuarta, se determina la creación del Banco Internacional de Reconstrucción y fomento para apoyar la reconstrucción de posguerra, que ahora se denomina Banco Mundial, el cual, para otorgar sus préstamos privilegia el ajuste estructural y la lógica del mercado, así como la aplicación del denominado consenso de Washington; sus fines declarados fueron combatir la pobreza y lograr el desarrollo sostenible.
En 1971 comienza la crisis del dólar cuando la Reserva Federal inundó de dólares el mundo, casi como ahora con la pandemia, lo que generó automáticamente su devaluación ante el oro. Jhonn Connally, secretario del tesoro norteamericano, dijo “el dólar es nuestra moneda, pero es su problema”; mientras, Estados Unidos de manera unilateral declaraban terminada la convertibilidad del dólar por oro.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han continuado funcionando, no en la lógica económica sino sustentados por la diplomacia nuclear. Precisamente ayer se inició un ciclo de reuniones en Washington bajo la presión de críticas sobre la ineficiencia y la incapacidad tanto del Fondo Monetario Internacional como del Banco Mundial, dos gemelos siniestros, pues sus estrategias han agravado los problemas mundiales. Esto se suma al saldo de décadas de políticas desastrosas impuestas por ambos organismos con sus recetas de choque, sus ajustes estructurales y sus famosos apretones de cinturón.
Ahora mismo, decenas de países están a punto de caer en moratoria como resultado de la enorme elevación de las tasas de interés. Recordemos que de la crisis de 1982 se culpó al precio del petróleo, cuando en realidad fue resultado de la brutal elevación de las tasas de interés, así que este 2023 no se ven soluciones en el horizonte económico. Aunque parece que a México no le irá tan mal.