Política

Comercio o salud pública

Desde la época preneoliberal globalizadora, el comercio internacional era equilibrado en favor de las grandes potencias comerciales mediante los departamentos de Estado, y con la imposición del modelo neoliberal globalizador con el cuento de la mano invisible del mercado, la cual supuestamente equilibraría el modelo, es decir, se inhibiría la participación de los departamentos de estado, con lo que se evitaría el convertir un acto comercial en político, pero resulta que esto se viola frecuentemente.

El gobierno de México, en defensa de la salud de los mexicanos, ordenó cerrar sus fronteras al maíz transgénico, el cual para su cultivo utiliza una sustancia denominada glifosato, la cual se ha comprobado que puede ser cancerígena.

La producción norteamericana de maíz es controlada por un pequeño grupo de grandes compañías, como la Cargill y la Bayer, que compró Monsanto, que a su vez controlan a sectores políticos gubernamentales porque son quienes apoyan las campañas políticas y la asociación de productores de maíz a través de los legisladores republicanos han solicitado a su departamento de estado que bajo el Tratado de Libre Comercio se opongan a la propuesta del presidente López Obrador de prohibir las importaciones de maíz transgénico.

Derivado de la dependencia y subordinación económica del país y al Tratado de Libre Comercio (que desde 1994 ha servido para amenazar a México) en esta ocasión; tras semanas de tensión y amenazas, nuestro país tuvo que ceder y acordar una tregua de tres años en la guerra contra el maíz transgénico.

Cabe mencionar que el denominado Consejo Nacional Agropecuario, organización privada del CCE, defiende al maíz transgénico y, ante el dilema comercio o salud pública, ellos desestiman esto último.

Lo que está de fondo es el dejar de importar cereales, logrando nuestra suficiencia alimentaria y no tener que importar maíz transgénico del extranjero y que el maíz cultivado en el país sea con cero glifosato y cero maíz transgénico.

También debemos ser autosuficientes en semillas de maíz criollo, no del híbrido denominado “terminator”, asunto que no se ha resuelto, y el otro problema es que la agricultura de alto rendimiento está en manos de trasnacionales que exportan el grano bueno y luego nosotros importamos el forrajero, que algunos logran usar para consumo humano mediante su procesamiento, nixtamalizándolo.

Pues esperemos que dentro de tres años no tengamos que declarar otra tregua y además que la Cofepris se ponga a trabajar honestamente e impida el uso de maíz forrajero para consumo humano.

Julio César Vega Olivares


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