
El Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán está siendo reconvertido en un hospital donde sus médicos se dedicarán a tratar pacientes contagiados de covid-19. En este lugar, que será uno de los frentes de batalla más importantes para combatir el coronavirus en México, las últimas horas transcurren entre la negación y la hipocondría de no pocos pacientes… y la preocupación de algunos médicos.
La doctora Mara (nombre que escoge para resguardar su estatus laboral), que está en sus años cincuenta, sugiere, antes de platicar con MILENIO, que aleje mi teléfono de su boca cuando lo pongo en modo “notas de voz”. Luego narra:
—Nosotros sí estamos con cierto temor, porque todo el panorama pinta para que sea una situación medio caótica, fea, y no sabemos si en un momento dado tengamos la capacidad para atender a todos, o nos vaya a sobrepasar.
—¿Platican entre ustedes para apoyarse?
—Sí, claro. Hay quien llega a comentarnos: “Es que llego a mi casa y empiezo a estornudar, y me arde la garganta”. Somatizan. Y es algo hasta cierto punto muy humano, ¿no? Usted sabe que el miedo a lo desconocido a veces es peor.
—¿Qué preocupa médicamente hablando?
—Con todo y que ya conocemos mucho de este bichito, el temor aquí es toda la población diabética, obesa e hipertensa que tenemos. Ahí es donde (el virus) puede afectarnos más. Ahorita lo que hay es la incógnita, el signo de interrogación de qué va a pasar: hasta dónde va a llegar (el covid-19)…
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Sofía, doctora en sus años treinta, internista con siete años de residente en Nutrición, habla de sus emociones…
—Sí estamos un poco ansiosos, pero la mayoría de los residentes aquí somos población joven y sabemos que a los que tienen coronavirus, si son jóvenes, les va a ir muy bien. El 80% van a ser casos leves que se van a ir a casa y esto nos da un poco de tranquilidad. Afecta más a adultos mayores, o a quienes tengan alguna inmunosupresión.
—Ustedes se sienten física y mentalmente bien…
—Físicamente nos sentimos bien. Lo que sí nos causa mucha ansiedad es la respuesta del gobierno, que no ha sido tajante en decir “hay que cerrar todo”, que la gente esté en sus casas y, por tanto, todavía he tenido pacientes que me preguntan si esto es verdad, el virus. Gente muy incrédula de cualquier nivel social, pacientes humildes y no humildes económicamente, nos preguntan todavía hoy si esto es verdad.
—¿Cómo se preparan ustedes?
—Sin dejarnos sentir tanto, solo con información objetiva. Aquí estamos acostumbrados a situaciones de mucha ansiedad por los pacientes muy graves. Eso lo controlamos, pero ahorita creo que todos estamos un poco ansiosos y apanicados de que esto pueda llegar a ser muy grave, que se puedan llenar los hospitales de gente que va a estar grave, y tenemos la incertidumbre de si México tiene la capacidad suficiente para atender eso. Eso nos da mucha preocupación.
—¿Y la familia?
—Obviamente no les encanta que esté en el campo de batalla, pero saben que tengo todas las precauciones… —se despide.
Como en Urgencias, donde médicos se lo toman en serio: portan trajes aislantes de pies a cabeza, guantes, lentes y tapabocas, y atienden a una joven veinteañera que dice llamarse Paullette, trabajar en el área de marketing de una editorial, y tener síntomas como de resfrío desde hace tres días. No se le ve mal: le hacen una prueba, la mandan de vuelta a su casa dos semanas, y le indican que solo regrese si se siente muy grave…