No sé cómo considerar el largo tiempo que pasa entre el resultado de una elección y la toma formal del cargo o cargos públicos en Coahuila.
Son seis meses de especulaciones, ¿es poco o es mucho?
El gobernador electo, Manolo Jiménez Salinas, ha declarado que nadie de quienes sean mencionados como posibles integrantes de su gobierno lo serán.
Sin embargo, la acostumbrada “grilla” priísta, promovida sin recato en medios de comunicación (de manipulación dicen en Palacio Nacional no sin razón), paulatina y estratégicamente orquestada, obedece a los intereses de grupos, de los amantes del abaratamiento de la democracia y transparencia en dicho partido.
Es decir, la insistencia de facciones de ir por esos puestos a través de rumores, de golpes y fuego amigo, de llevar agua a su molino a como dé lugar no termina de desaparecer ni en las formas ni en el fondo de la esencia priísta.
La borrachera del triunfo contundente en las urnas continúa, presionan, atacan, lanzan puyazos, “filtran” especulaciones a medios y periodistas a modo, inventan, mienten, engañan.
La etapa poselección da paso, así y otra vez, al monopolio del chisme lo que es una sólida columna partidista que viste el formato jerárquico que decide quién sí y quién no será parte del equipo.
Estamos, pues observando estrategias gastadas en el camino hacia la reestructuración del aparato estatal.
Pero de que así se alimenta a una oligarquía autocrática, no hay duda. Lo saben unos y otros.
Lo vemos no solo a nivel de aspirantes a sumarse al gobierno del estado con Manolo Jiménez, sino también –por enésima vez- en la Universidad Autónoma de Coahuila y el relevo que vendrá en su rectoría.
Lo de la U lo comentaré más adelante.
Por ahora, llama la atención que en las dos columnas más leídas de los dos periódicos más importante de Torreón, los nombres de Leticia Rodarte y de Salvador Álvarez hayan aparecido en fechas separadas pero en el mismo tono.
Ambos “suenan” para relevar a Ana Sofía García Camil y sus doce años al frente de la Secretaría de Cultural.
O sea, hay nado sincronizado de medios respecto a los dos citados. ¿Méritos? Ser priístas institucionales.
Porque de trayectoria y hechos formales de un trabajo crítico, serio, importante, de aporte y trascendencia, comunitario, plural, incluyente, visionario, no hay nada qué decir.
¿Qué han generado, dónde? La política cultural no debe seguir siendo pensada con un criterio centralista y capitalino que, al final, termina por inclinarse solo por Saltillo.
No, la cultura es otro asunto, no es para la foto ni socialitos ni exquisiteces.
La cultura tiene que ser acompañar la idea de ser un eje transformador de conciencias desde niños hasta adultos, lo mismo en las ciudades que en los ejidos, que toque y “llegue” a la gente de todas las clases sociales y no excluya.
Que no haya planes de linaje sino de verdadera promoción de una cultura humanista.
Manolo Jiménez tiene la oportunidad histórica de ser un gobernador que vea en la cultura su mejor aliada y trascender y hacerla un sector de veras importante en la formación social y ciudadana de la población.
En Torreón el futuro mandatario podría ver algunos resultados en la materia, sin falsedades y sin la arrogancia y oportunismo con que se conducen suspirantes a estar en la nómina con él.
Y esto, pese a que, a nivel municipal, por ejemplo, este 2023 no le han canalizado un solo peso de presupuesto al Instituto Municipal de Cultural.