En enero de 2023 la partidocracia hará oficial de quiénes serán las candidaturas de sus siglas y/o alianzas para buscar ganar la gubernatura de Coahuila en las votaciones del domingo 4 de junio del año entrante.
En tanto, y porque todos los partidos así actúan, quienes aspiran a abanderar a Morena, PAN, PRI, Verde, UDC, y sus maridajes de coyuntura, andan desatados, aparecen por aquí, andan por allá, en actividades oficiales y oficiosas de gobierno –estatal o federal-, se reúnen casi en secreto con jóvenes, con docentes, con directivos escolares, con “líderes” de quién sabe qué cosa y disciplina.
Sus fotografías y videos son harto frecuentes en espectaculares y las redes.
Sus simpatizantes y seguidores, bombardean a diestra y siniestra con mensajes cuya intención es posicionarlos ante el potencial electorado y recurriendo a lo que sea posible para sumar adeptos.
Unos y otros andan por las ramas, sin atreverse a más, sin calarse de veras con la gente, sin ir a donde el voto es numeroso aunque sea de conglomerados desnutridos, empobrecidos, relegados y donde la realidad los rebasaría ante la monumental situación de sobrevivencia.
¿Son los partidos instituciones democráticas en un país con tanta pobreza y gente que no sabe para qué vota desde su lastimosa realidad?
El contexto electoral en Coahuila no difiere del de otros estados. El voto mayoritario es de ese núcleo, de personas cuyo desafío es paliar cada instante de cada día una difícil empatía con su bienestar.
De ahí que los personajes que se mencionan hasta hoy: Ricardo, Luis Fernando, Manolo, Armando, Evaristo,
Román y hasta Guillermo, podrán representar las siglas de siempre, pero no a las y los electores, no podrán sentarse en la misma mesa porque cada uno de ellos vive como piensa y no es el interés de los otros.
Si desde ahora mismo ya vemos cómo se conducen, el presagio dista de que podamos a ser testigos, como posibles votantes, de propuestas y discursos con una dosis de amor, de nobleza en serio por esa sociedad, por esas mujeres y hombres, esa niñez y juventud que se mantiene expectante en la periferia de lo concreto porque para eso está entrenada.
¿Esperar los tiempos oficiales para campañas electorales cuando ya tejen actos adelantados? Unos, desde la plataforma gubernamental; otros, desde el forcejeo aspiracional.
Todos, con criterios clientelares y de alerta, con puyazos que anticipan una guerra verbal porque creen que así se fortalecen.
Pero, en realidad, qué ofrecerán que no hayan ofrecido, qué prometerán que no hay prometido, qué regalarán –sin dinero propio- a esa masa necesitada de todo, qué objetivos loables podrán acreditar en su trabajo político.
Quisiera verlos caminar en las ciudades, en los ejidos, que llegaran solitos cuando menos a que los conozcan de carne y hueso y no por su oratoria en eventos montados entregando lo que no es suyo. No.
Verlos platicar ahí en las colonias, con la gente, con el vecindario de sectores poblacionales, con niños y jóvenes de los cruceros, con seres humanos despojados de tanto y de más y cuya normalidad sigue relegada y enraizada en los sin nada.
Ahí es donde invito a los aspirantes de Morena, PAN, PRI, Verde, UDC, principalmente, a que vean, escuchen, palpen, conversen, se tomen un café, una cerveza y un taco con sus posibles electores.
Digo, para que ese voto tenga una pizca de humanismo y reflexión y puedan multiplicarlo.
Por último: ¿alguno de ellos irá a la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Torreón? Estaré al pendiente.