No pude haberme imaginado un luto de la dimensión del actual en la zona conurbada de la Laguna.
Cientos de familias lloran.
Muchas más sufren los estragos de la pandemia.
Nada frena la red de contagios, estamos absurdamente rebasados. La autoridad sanitaria en Coahuila no acepta el semáforo rojo, ni la realidad.
A las 5:51 pm del pasado lunes recibí la noticia del fallecimiento del doctor Oscar Rodríguez Villarreal.
Compañero en la Universidad Autónoma de Coahuila, ex director de la Facultad de Odontología, despachaba como secretario general de la Coordinación Unidad Torreón.
Queda en mi recuerdo.
Un hombre pulcro, silente, sin aspavientos ni protagonismo. Siento su partida, como la de Salvador Espinoza Sáenzpardo.
En datos oficiales de ayer viernes, en Coahuila van 3 mil 290, con más de 700 en Torreón. Sea este espacio un modesto homenaje quienes por el Covid-19 dejaron de existir.
La vida, este episodio que experimentamos, encierra muchísimos misterios y la aparición de la pandemia es uno de los más grandes en la historia reciente de la humanidad.
¿Por qué su súbita aparición?
¿Por qué nos tomó desprevenidos al mundo entero?
¿Por qué, como en otras enfermedades, no hay todavía una cura?
¿Podremos descubrir el o los secretos de los porqués del coronavirus?
¿Es un mensaje para toda la población?
¿Recurriremos al cubrebocas, gel antibacterial y la sana distancia para intentar resguardarnos del letal virus?
¿No hemos sabíamos vivir ya incluso en la posmodernidadr?
¿Se terminó la ‘normalidad’ en que transcurrían nuestros días?
¿Desaparecerán las escuelas como recintos de educación?
¿Todo será virtual?
¿Seremos capaces de adaptarnos a la realidad que por ahora nos cimbra?
¿Somos demasiados seres humanos?
¿Qué pasará con el futuro hoy?
¿Qué inventos vienen en camino para mantener sometida a la inmensa mayoría?
¿Es asunto de ciencia o tecnología?
Lo es espiritual y/o teológico?
¿A qué apelaremos ante la infinita fragilidad humana?
¿Y si en realidad transformamos lo inhumano en humano?
¿Y si respetamos la naturaleza y admitimos que no la hemos vencido ni en el desierto ni en la selva ni en los mares ni en los cielos?
Su desaparición causó consternación.
De entre las muertes que la pandemia del Covid-19 ha provocado, todas causan un dolor y estragos en las familias y amistades de las víctimas.
Pero hay unas que duelen más, que lastiman.