Acudí este domingo primero de diciembre, como miles de ciudadanos, a la marcha por paz, seguridad, libertad y justicia que en Ciudad de México como en otras 30 del país hicimos quienes disentimos del presidente López Obrador, porque nos divide y miente, y está dañando al país, y exigimos rectifique. Allá partimos del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución, recorrido en dos horas. Fuimos mexicanos de todas las clases sociales, con y sin militancia partidista o credo religioso, a manifestarnos con respeto, sin ninguna alteración al orden -como frecuentemente sucede en esa ciudad-. Fue destacada la presencia de Julián LeBarón y mormones que le acompañaron a menos de un mes de la masacre de sus familiares. El ambiente fue festivo, cantamos el himno nacional más de seis veces, gritamos cientos de veces el ¡México! y los acompasados aplausos. Variopintas consignas y pancartas: “Ni fifís ni chairos. Todos somos mexicanos”; exigiendo respeto a la prensa libre (por intolerante a la crítica y represión a periodistas y comentaristas, Brozo el último), “Nos faltan 34 mil”, o denunciando caprichos (“Santa Lucía es una porquería”), falta de Seguro Popular y medicamentos. ¡Justicia a los LeBarón! ¡Fuera Evo! Mi motivo principal: defender al INE con quien tengo vínculo entrañable.
Mientras en Palacio Nacional el presidente volvía a celebrarse por cuarta vez en un año–al tomar posesión, en julio al aniversario de elección, septiembre por informe-, a pesar de agravarse inseguridad, economía, reducción de empleos, destrucción de órganos autónomos, nombramientos ilegales, polarización entre mexicanos. Del “Desde el primer día terminará la violencia”, luego “Vamos a garantizar la paz y la tranquilidad” en 6 meses, a pedir este domingo otro año para que se note la “patria nueva” y presumió en mensaje de una hora y 26 minutos que ¡ha cumplido 89 de 100 compromisos! La realidad es más terca que el presidente y al tiempo terminará con ilusiones de mayoría de mexicanos que aún confían en él. En solo diez meses se registraron 28 mil 741 homicidios, tres mil más que mismo período de 2018, y en lo que va del sexenio, desde 1 de diciembre anterior: 34 mil 657 asesinatos, un promedio de 95 diarios. Y el mismo primero de diciembre: 127 homicidios, el día más violento: 21 en Coahuila, 14 Edomex, 10 Gto y Oax, 9 BC, 7 Mich, 6 Pue y Ver, 5 Cdmx, Hgo, Jal y Tamps. Otras muertes en 11 estados. El crimen organizado hoy sabe por AMLO que su accionar no enfrentará respuesta gubernamental y se ha fortalecido frente a rivales y gobiernos locales. Secuestro, extorsión y trata de personas son también más altas que en 2018. No obstante haberse movilizado casi 63 mil militares, 14% más que con Peña y 19 mil más que con Calderón. Su Plan de Paz es un fracaso.
Esa desilusión o pérdida de fe será más demoledora que la provocada por Fox, porque habiéndose agotado las alternancias a los gobiernos priistas corruptos, buen número de ciudadanos desertarán del deber cívico de participación, algunos frustrados irán a la abstención y otros pensarán en soluciones no pacíficas sino violentas, también suicidas, generando riesgos de revuelta o guerra civil.
La opción es formemos pueblo, y dejemos de ser masa derechohabiente de subsidios o limosnas, y nos convirtamos en ciudadanos conscientes, informados, críticos, responsables de nuestro destino personal y comunitario, y hagamos de pueblo una mayoría suficiente que rechace mentira, división, borreguismo, clientelismo. Por eso fuimos a marchar quienes tenemos temor fundado de que el breve período democrático que inauguramos en 1994 con esfuerzo de varias generaciones se termine. Nuestra democracia será demolida si AMLO persiste en acosar a la prensa libre, difamar a los críticos y doblegar al INE. Las democracias siempre están a prueba. Pocos o muchos, sin odio y sin violencia, mostramos nervio y músculo ciudadano.
