Política

Aprende en casa

  • Columna de Juan María Naveja Diebold
  • Aprende en casa
  • Juan María Naveja Diebold

Dentro de las consecuencias trágicas de la pandemia covid-19 las escuelas, tanto públicas como privadas, se encuentran en una situación imposible. En el caso de las públicas perder una tercera parte del año escolar genera una discrepancia curricular si se da la materia por vista para que los estudiantes continúen su paso natural al próximo grado y hacer ajustes de contenidos para cubrir lo que se perdió el próximo año es sumamente laborioso y complejo. Las escuelas privadas tienen más flexibilidad para continuar los cursos, pero tienen el mismo reto de cesión de labores que cualquier empresa: no pueden ofrecer el servicio que acostumbran, pero tienen una obligación de nómina fija que cumplir. En otras palabras, le tienen que seguir pagando a la facultad, para hacer eso tienen que cobrar colegiaturas que a su vez los obliga a continuar el año escolar en línea.

La carga ha caído sobre los padres de familia. En ninguna familia hay un papá o mamá desocupado que actúe de maestro en casa y la plataforma requiere en el caso de los menores a un docente al lado e incluso de los mayores, por lo menos un supervisor. Los papás mandan a sus hijos a la escuela porque no los pueden educar y socializar en casa, la contingencia no cambia esa realidad. No tienen tiempo, no están cualificados, no tienen la vocación y encima de todo, hay una pandemia por la cual preocuparse.

Miren, la relación padre e hijos ha cambiado drásticamente generación a generación. En parte, cada generación cree que puede superar los errores de sus padres, es cierto, pero principalmente nos estamos adaptando a cambios sociales, económicos y tecnológicos. Para bien o para mal, la infancia y la juventud contemporánea están acostumbradas a estímulos constantes. Están en la escuela, actividades extracurriculares y en frente de pantallas; cuando están con sus papás o cualquier otro adulto hay una actividad planeada, atención dedicada. Ya no existe el “matar el tiempo”, una habilidad u ocio indispensable en esta pandemia.

Para los que no estén enterados: las tareas de aprender en casa ocupan, exigen de múltiples habilidades y conocimientos que la mayoría de los papás no tienen y de tenerlas, no están equipados para impartirlas en docencia, sea por las instalaciones, la ausencia de compañeros o inexperiencia. Está implícito en el planteamiento que no hay una solución sin sacrificios y las escuelas no tenían de otra, pusieron una barra alta y es decisión de los papás si cumplen o no.

Uno de los cambios generacionales es que las expectativas de desempeño académico y extracurricular se ha elevado drásticamente. No sé si saturar los itinerarios de los jóvenes resulte en que sean adultos mejor preparados para el mundo actual (tengo mis dudas), pero la realidad es que así están todos y eso ha convertido a los papás en figuras más administrativas que autoritarias. Generalmente no es porque los papás no quieran ser más autoritarios, es porque no pueden regir con miedo y castigos a hijos que están tan ocupados.

Ahora insertemos a esas costumbres normalizadas al régimen de “Aprende en Casa”. No funciona. Esa tarea, requiere cambiar radical e inmediatamente la dinámica padre e hijo para todos, un cambio que no queremos y no será necesario cuando termine la pandemia ¿Vale la pena? No hay duda, sería forzoso si se cancela parte del próximo ciclo escolar, pero no lo amerita para rescatar lo que quedaba de este y sería mucho más valioso que la juventud aprendiera a tener que ocupar tiempo ocioso, una actividad que en toda la historia ha desatado las mejores virtudes de la humanidad.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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