Estilo

Tributo (Escucho y vivo)

Cuánto me gusta entresacar de Rayuela de Julio Cortázar aquella frase que me identifica plenamente como un melómano: “Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor”. En un escrito que envíe a El Financiero y a pedimento de mi amigo Víctor Roura, dije que mi casa paterna estuvo siempre llena de notas musicales. Pero ahora entiendo lo memorioso que puede ser un hombre y lo explico: mis tíos, mis tías, mis padres, mis hermanas mayores y hasta los vecinos tenían gustos y tendencias disímiles.

En esos corredores que se me hacían una inmensidad aprendí que existía una voz como la de Dean Martin, una delicada modulación en Connie Francis y una elegancia suprema en Doris Day, por ejemplo.

Luego mis hermanas mayores eran fans de los rockeros sesenteros. Nunca pude ver ni en pintura a un Alberto Vázquez y en cambio sí a grupos como los Teen Tops, los Rebeldes del Rock, los Apson o los Hoolingans. No se diga las solistas Angélica María, Leda Moreno o Julissa. Pero por igual en la tornamesa de la consola se ponían acetatos de Mike Laura, Morquecho, Guillermo Álvarez y Beto Díaz.

En fin, hasta en los mercados o los autobuses yo ponía atención a las letras musicales, a todas. Viví un buen tiempo en la 6 Poniente, una calle muy violenta en los ochenta, la que me dolió dejar porque ahí se oía de todo.

Hay una etapa de la vida en la que se comienza uno a explicar aquello de la nostalgia, todo habrá de pasar como los trenes bajo lo turbio del cielo. Es entonces el momento en que se relaciona aquello que oímos alguna vez con lo irremediable del pasado.

Los Cinco Latinos me traen a la tía Victoria de regreso a casa, Lupita Palomera a mi madre, Antonio Badú al tío Carlos y los Hermanos Martínez Gil a mi padre. Es así como escucho y vivo. Andrea Coto era quien conducía el programa Orfeon a go go para Telesistema Mexicano en la época que pocos teníamos un televisor.

Han pasado los años para todos, y seguirán transcurriendo. Ya no están mis entrañables queridos pero me queda la música, un tributo para ellos y el tiempo que me regalaron. Cómo no recordar a mi hermano al ver una portada de Los Hermanos Carrión: tributo y recuerdo, notas que llegaron para quedarse.

Juan Gerardo Sampedro

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