Política

El TLC y el PRI

  • Sin coincidencias
  • El TLC y el PRI
  • Juan Gabriel Valencia

No se necesita la intención manifiesta, ni siquiera consciente de la Casa Blanca para influir en la sucesión presidencial en México. Se ha hablado mucho a lo largo de los años, sin pruebas históricas contundentes, de que conforme se acerca la elección presidencial en México, la Casa Blanca y las otras instancias estadunidenses operan a favor o en contra de tal o cual candidato. Es temerario afirmar de manera concluyente que el gobierno de Estados Unidos ha ejercido influencia directa sobre la sucesión presidencial, excepto tal vez en un caso, en 1993 y la nominación del PRI del candidato Luis Donaldo Colosio.

El caso viene a cuento porque en 2017 podría repetirse.

El destape de Colosio en 1993 coincidió, por accidente o intencionalidad, con decisiones propias de la agenda política de Estados Unidos. No hay que olvidar al respecto que en sexenios anteriores al de Salinas las fechas de nominación de facto del candidato del PRI a la Presidencia habían sido muy variadas. Por ejemplo: López Portillo fue candidato a partir de la última semana de septiembre de 1975. El propio Salinas fue “destapado” la primera quincena de octubre de 1987. Con la actual legislación electoral el plazo de nominación se vuelve todavía más incierto. ¿Pero por qué destaca el caso de Colosio y las decisiones de Washington? Es sabido que, en la primera administración de Bill Clinton, Carlos Salinas no era un personaje favorito. La relación México-Estados Unidos se había complicado en 1993 por el apoyo público otorgado por el gobierno salinista a la reelección fallida de George Bush. El gobierno mexicano había hecho cuanto estaba en sus manos para recomponer esa relación, pero se sumaba la incertidumbre del alcance que tendría la aprobación o desaprobación demócrata al Tratado de Libre Comercio que se votó en la Cámara de Representantes el 17 de noviembre de aquel año. El PRI todavía no tenía candidato. De hecho, aprobado el Tratado en la Cámara de Representantes, Salinas reunió con ese motivo al gabinete, donde felicitó personalmente a quienes construyeron el Tratado. La señal ya fue muy clara. No era Camacho y el proyecto de México era el de un decidido aperturismo. Colosio fue candidato la última semana de noviembre.

En política el tiempo es como el dinero, un recurso escaso que hay que administrar. Si en 2017 el gobierno estadunidense por decisión e intereses propios aleja la renegociación del TLC, no habrá tiempo para que los resultados de la negociación, actualización o replanteamiento del Tratado —como se le quiera llamar— preceda a la nominación del PRI, a menos que ante las ya evidentes campañas presidenciales del PAN y Morena, el PRI decida suicidarse llevando la postulación hasta principios de 2018. Antes de ese plazo, la nueva relación México-Estados Unidos no arrojará resultados concretos ni en un sentido ni en otro, nueva relación que pasa por lo económico y no por lo migratorio.

Estados Unidos, quiérase o no, influirá. Y no hay manera de que Luis Videgaray, uno de los mencionados, dé resultados tangibles en este año. Tomen nota.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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