No deja de ser una burla para los electores, el que los políticos que llegan a un puesto de elección popular renuncien a él, pero peor, que cambien de partido hasta en dos ocasiones en una legislatura, lo que se ha acentuado en los últimos años a nivel federal.
Así, en la Cámara Baja de la LXIV Legislatura Federal, que inició en septiembre de 2018, se han registrado 51 cambios de bancada, con el partido de Morena a la cabeza, al que se le sumaron 21 diputados, mientras que once dejaron sus filas; el PT sumó 18 y perdió seis; el PRI sumó seis y uno se salió de su bancada; las bancadas de Encuentro Social y del PRD perdieron 13 legisladores cada una.
En el Senado ha habido otros nueve cambios de bancada.
El mayor número de diputados y senadores migrantes se dio el año pasado ante la disputa de la Presidencia de la Mesa Directiva entre el PRI y el PT.
En esa ocasión la bancada de Morena apoyó al PRI, que se quedó con la directiva y con las quejas de la dirigencia de Encuentro Social, que acusó al PT de comprar diputados con millonarias sumas.
Uno de los diputados que se pasó a la bancada petista es José Ángel Pérez Hernández, sin presentar una justificación. Como el exalcalde de Torreón, otros diputados han migrado de bancada hasta en dos ocasiones.
Pero el récord lo tiene la anterior Legislatura, la LXIII con 57 cambios de bancada en la Cámara de Diputados y otros 31 en la de Senadores.
Con todos los cambios en la actual Legislatura, Morena conserva la mayoría absoluta, con 252 curules, cinco más que las que tenía de inicio.
En épocas pasadas había diputados que simplemente se declaraban independientes, pero eran casos excepcionales.
Hoy brincan de un partido a otro en un creciente fenómeno de prostitución política, de simple y llana persecución de puestos públicos.
Ello, sin contar los casos de diputados locales, alcaldes que inician en un partido y terminan en otro y las consabidas renuncias disfrazadas de solicitudes de licencia.