En 1988, la editorial St. Martin’s Press de Nueva York colocó en las librerías la novela The Silence of the Lambs (El silencio de los corderos), del escritor estadunidense Thomas Harris.
Sin cambio de título, la obra fue adaptada al cine en 1991, logrando siete nominaciones al Oscar, de las cuales obtuvo cinco estatuillas doradas.
La trama de The Silence of the Lambs gira en torno a una alumna del FBI que es asignada a investigar a un asesino serial de mujeres apodado Buffalo Bill. Para acceder a más información, la agente es enviada al manicomio de Baltimore, donde se entrevista con el psiquiatra forense Hannibal Lecter, un psicópata de gran talento y un gusto especial por la carne humana.
Para la construcción de los personajes, Harris tomó como modelos al menos a tres asesinos de calado hondo como Ed Gein, Gary Heidnik y Ted Bundy.
Buffalo Bill —y de ahí su apodo— es un desollador. Sus víctimas aparecen en diversos puntos, todas son robustas y en general aparecen sin piel en alguna zona de su geografía corporal.
El asesino, en realidad, busca confeccionarse un traje de piel humana, a través del cual, al vestirlo, como si fuese una crisálida, lo transforme en una mujer. La peculiar prenda fue una idea del homicida, taxidermista y ladrón de tumbas Ed Gein, un personaje en el que se han basado varios escritores y cineastas para elaborar sus ficciones literarias, desde Robert Bloch hasta el propio Harris.
Bill, asimismo, utiliza el truco del brazo en cabestrillo para engañar y secuestrar a la presa que le interesa.
Es la treta a la que Bundy acudió en diversas ocasiones. De hecho, los primeros reportes de testigos que lo vieron en las inmediaciones de algunos colleges, describían a un individuo joven, atractivo y que traía un dispositivo que le inmovilizaba uno de sus brazos.
Finalmente, el pozo construido en la casa de Bill, adaptada para que los gritos de las mujeres secuestradas no sean escuchados, se inspiró en la “guardería” de Gary Heidnik, quien secuestró a varias mujeres, a las que mantuvo en un foso.
Las víctimas eran “utilizadas” con el propósito de crear una “granja de bebés”. A fin de cuentas, Heidnik asesinó a dos mujeres y se especula que la carne de una de ellas fue cocinada para alimentar al resto de las cautivas.
José Luis Durán King