Entre julio de 2014 y febrero de 2015, una serie de asesinatos despertó el interés de las autoridades de Moscú, el centro del poder político de Rusia.
Prácticamente desde el principio, la policía había identificado un patrón similar en los delitos mencionados, no obstante que las víctimas, todas en situación de calle, fueron encontradas en diferentes lugares.Por ejemplo, cerca de las vías del tren Belorussky; otras, en puntos apartados o solitarios en los que no había cámaras de vigilancia, como debajo de puentes, callejones oscuros o en lo profundo de parques forestales.
Sin embargo, lo que más preocupaba a los agentes era la saña invertida en las agresiones: primero, la víctima era golpeada con un martillo para después recibir decenas de puñaladas, como fue el caso de un carpintero borracho, quien recibió 171 perforaciones. Un padre de familia, asimismo, fue agredido a martillazos de tal manera que fragmentos de su masa encefálica fueron hallados a unos cinco metros de su cuerpo. En total iban 14 inmolados, de los cuales dos fueron mujeres.
Después de una investigación minuciosa por parte de la policía y con los detalles aportados por un sobreviviente y por testigos, los agentes detuvieron a una pandilla de asesinos seriales conformada por los neonazis Pavel Voitov, Elena Lobacheva, Artur Narcissov, Maxim Pavlov y Vladislav Karataev, quienes habían acordado un plan para limpiar Moscú de personas “indeseables”.
Los líderes del grupo eran Pavel Voitov y Elena Lobacheva, de 25 años, quien se autodenominaba La novia de Chucky porque siempre admiró al monigote cinematográfico de la película homónima filmada en 1998, el cual alberga –de acuerdo con el guion— el alma de una asesina serial.
Los interrogatorios arrojaron que Voitov participó en los 14 asesinatos; Lobacheva mató a seis de las víctimas, aunque su crueldad fue inusitada.
Más adelante, Lobacheva declararía que “amaba” matar y que “apuñalar al azar el cuerpo de un humano moribundo le proporcionaba placer sexual”.
Pavel Voitov compartía ese sentimiento de “placer colosal comparable con un orgasmo”.
Voitov fue condenado a cadena perpetua, mientras que Elena Lobacheva fue castigada con 13 años de prisión.