La actividad criminal de Dennis Rader comenzó en 1974 y al parecer culminó en 1991, aunque tuvieron que transcurrir varios años más antes de ser detenido. La policía daba palos de ciego en el caso, por lo que Rader comenzó a escribir cartas que envió a la policía y a algunas agencias de noticias de Kansas en las que hacía alarde de sus asesinatos, de los cuales proporcionaba detalles, muchos de ellos desconocidos incluso por las propias autoridades. Rader se hizo llamar BTK (bind, torture, kill; en español: atar, torturar, matar).
Para 2004, los esfuerzos por atrapar a este predador habían sido infructuosos, entre ellos las muestras que tomaron a miles de hombres que por algún motivo se los consideraba sospechosos.
Ese año, el asesino reapareció con su conocida arrogancia, enviando a la policía un disquete con un único archivo. En los metadatos, los agentes encontraron el nombre de Dennis y el de una iglesia luterana.
El rastreo en internet de “Lutheran Church Wichita Dennis” condujo a que, por fin, se tuviera un nombre para el elusivo homicida: Dennis Rader, diácono luterano.
La investigación ulterior condujo a su arresto en 2005. El 27 de junio de ese año el delincuente aceptó la culpabilidad de los Asesinatos BTK, y el 18 de agosto Rader fue sentenciado a 10 cadenas perpetuas por igual número de asesinatos.
Sin embargo, con la condena no terminaron las investigaciones en torno a BTK, pues la policía especula que Rader cometió más asesinatos de los 10 por los que fue culpado. Ahora, en los diarios, cuadernos, manuscritos y otros documentos incautados después de su arresto, los investigadores al parecer están encontrando nuevas pistas potenciales.
En agosto pasado, la policía informó que Rader es el sospechoso principal en asesinatos sin resolver en Missouri y Oklahoma. En este último estado se presume su participación, en 1976, en la desaparición de Cynthia Dawn Kinney, de 16 años.
Al levantar el piso de la propiedad donde alguna vez estuvo la casa de la familia de Rader en Park City, Kansas, las autoridades encontraron pruebas incriminatorias, entre ellas una ligadura de pantimedias, además de otros objetos que pueden conducir a la identificación de más víctimas.