El 20 de junio de 2001, la señora Andrea Yates caminaba de un extremo a otro en su casa de Clear Lake City, en Houston, Texas. Estaba por tomar una decisión, quizás la más difícil de su vida.
Su esposo, Russell Rusty Yates había ido a trabajar, dejando sola a la señora Yates, quien tenía días de no tomar su medicamento antidepresivo.
Rusty no dio mucha importancia a la soledad de su esposa, pues su madre llegaría una hora después para ayudar a Andrea con los niños. ¿Qué podía pasar en una hora? En 60 minutos, Yates ahogó, en la bañera de la casa, a sus hijos John, Paul y Luke, Mary y Noah.
En julio de 2006, un jurado de Texas determinó que la mujer no era culpable en razón a su locura, por lo que fue ingresada a un hospital psiquiátrico estatal de baja seguridad.
La noche del 25 de octubre de 1994, una mujer envuelta en llanto acudió a la policía de Union, Carolina del Sur, señalando que un individuo afroamericano había robado el auto con sus hijos adentro.
Pocos días después, la policía rescató un auto con dos niños en el interior. Los interrogatorios arrojaron que la señora Smith tenía una relación extramarital y que su amante estaba dispuesto a marcharse con ella, pero sin niños.
Fue así que Smith colocó a los niños en la parte trasera del automóvil familiar, el cual fue arrojado al lago desde un barranco.
Recientemente, volvió a la luz el caso de Michael Wayne Jones, quien el 15 de septiembre de 2019 tuvo un percance automovilístico en el condado Brantley en Georgia. El conductor del otro auto involucrado en el incidente no pudo iniciar algún alegato, pues un hedor “insoportable” lo hizo retroceder.
Al llegar la policía, el señor Michael Wayne Jones indicó: “Quizás deban esposarme porque hay un cadáver en la cajuela”.
Señaló que por un problema de celos había machacado la cabeza de su esposa Casei.
Días después, Wayne Jones decidió matar a cuatro de sus siete hijos. Colocó todos los cuerpos en su furgoneta y los cadáveres de los niños fueron abandonados en una zona boscosa. Decidió mantener el cuerpo de su esposa en la cajuela de su unidad.
Cuando las autoridades preguntaron a Wayne Johnson por qué había actuado de la manera en que lo hizo, este simplemente explicó: “No sé, todo se acumuló y esa parecía la salida”.
