No todos los asesinos sistemáticos tienen la aureola patibularia que acusaba el criminólogo y médico italiano Cesare Lombroso. Algunos de ellos destacan por su simpatía y bonhomía.
El afroamericano Henry Louis Wallace, por ejemplo, tenía un grupo amplio de seguidores gracias a un programa radiofónico que estuvo al aire durante cuatro años en WBAW-FM de Carolina del Sur. El señor Wallace, quien estaba al frente del segmento, se hacía llamar El jinete nocturno.
La voz meliflua de Wallace era un veneno seductor para mujeres solitarias con crisis existenciales. Algunas de ellas, incluso, se dieron el lujo de invitar al hombre a cenar a su casa, donde este se ganaba su confianza arrullando a sus hijos.
El lado oscuro de Wallace no era gentil. De hecho, el individuo espera su ejecución en el corredor de la muerte de la Prisión Central de Raleigh, en Carolina del Norte.
El 7 de enero de 1997, Wallace, conocido como El asesino de Taco Bell, fue condenado a la pena capital tras ser declarado culpable de nueve asesinatos.
Entre el 8 de marzo de 1990 y el 8 de marzo de 1994, Wallace asesinó mujeres que conoció en un restaurante de comida rápida donde él era gerente.
En otro caso, para los residentes de Estillfork, Alabama, Frank Thaniel Potts era un hombre bueno, casi un predicador, que cortaba leña para las viudas que conocía y que, cuando se marchaba a recolectar naranjas en Florida, no olvidaba traer algunas consigo para regalarlas entre sus amigos y vecinos.
La percepción popular cambió de forma estrepitosa cuando las autoridades encontraron el cadáver de Robert Earl Jines, de 19 años, a unos cuantos metros de la cabaña de Potts, quien a la postre resultó ser el sospechoso principal de asesinar al menos a 14 personas en un lapso de 15 años en Nueva York, Pensilvania, Alabama, Kentucky, Georgia y Florida.
Al momento de su detención, Potts cumplía cadena perpetua en Florida por agresión sexual a una niña de 10 años de Lakeland, en el mismo estado. El 14 de junio de 2023, el Departamento de Correcciones informó que el trabajador migrante Frank Thaniel Potts, asesino convicto y delincuente sexual, había muerto en la Institución Correccional de Suwannee en Florida.
