Sobrepeso en la 65

  • Columna de José Luis Camacho Vargas
  • Sobrepeso en la 65
  • José Luis Camacho Vargas

Durante décadas fue motivo de críticas airadas el rezago legislativo, pues había comisiones que tenían miles de iniciativas pendientes de dictaminar que se habían acumulado durante años y era evidente y humanamente imposible, atenderlas todas.

Por ello, con la creación del Reglamento de Cámara de Diputados en 2010 se establecieron plazos de dictaminación, los cuales, en caso de no cumplirse, las iniciativas eran desechadas, ello con la intención de no heredar una pesada losa a las y los nuevos legisladores y que sus labores en comisiones comenzaran desde cero, salvo una que otra iniciativa que por su trascendencia se le hubiera dado vida extra para la siguiente legislatura, pero eran la excepción.

Sin embargo, la 64 legislatura que está feneciendo está decidida a meter el pie a su sucesora y ha decidido heredarle el voluminoso resultado de su falta de trabajo, dedicación y profesionalismo, pues más de 4 mil iniciativas que se fueron acumulando sesión tras sesión y que en comisiones no se preocuparon ni ocuparon en resolver, pasarán en automático a los nuevos diputados, quienes todavía no acabarán de sentarse y mucho menos de instalar comisiones, cuando se enteren que ya tienen miles de asuntos pendientes por resolver.

Argumentan que la pandemia les impidió trabajar, pero quienes seguimos de cerca el trabajo del Congreso sabemos que el rezago de iniciativas comenzó desde septiembre de 2018 y que por más que Porfirio Muñoz Ledo, Laura Rojas y Dulce María Sauri, en su calidad de presidentes de la Mesa Directiva, exhortaba a las comisiones a que dictaminaran, éstas no hacían caso.

Y no es que las iniciativas pendientes descubran el hilo negro y contengan la solución a los graves y grandes problemas nacionales, sino que hasta flojera les dio a los diputados salientes seleccionar las que sí valían la pena, por lo que se ahorraron el esfuerzo y decidieron que, en bloque y con base en el artículo 286 del Reglamento, todas pasan como pendientes para la siguiente legislatura.

Esto representa amable cibernauta un despilfarro gigantesco de recursos económicos y corrupción, pues entre 2018 y 2021 se pagó a diputados que no solo no trabajaron, sino que tienen la desfachatez de pedir que otros hagan lo que ellos fueron incapaces de hacer.

Muchos discursos y nulas acciones, esa sería la frase para describir lo hecho por la 64 legislatura de la Cámara de Diputados.


José Luis Camacho Vargas

*Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM

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