Las calles de la colonia Condesa, con sus edificios Art Deco, cafeterías rebosantes de aromas gourmet y el eco de las bicicletas en las ciclovías, son un imán irresistible. Pero algo ha cambiado en esta esquina de la Ciudad de México. La protesta en la alcaldía Cuauhtémoc lo dejó claro: los vecinos de Condesa y Roma están cansados. Los precios de la vivienda se han disparado y muchos señalan a los extranjeros, especialmente a los nómadas digitales, como los responsables de que su barrio se vuelva inalcanzable. ¿Es la verdadera historia? ¿O es la Condesa solo un reflejo de una crisis mucho más profunda?
La Ciudad de México se ha consolidado como un destino vibrante para el turismo global. Su riqueza cultural, con museos, teatros y una escena gastronómica que
compite con las grandes capitales, ha puesto a colonias como Condesa y Roma en el centro de la atención. Aquí puedes desayunar en un café gourmet, pasear por el Parque México y llegar al Centro Histórico o Polanco en minutos. Las ciclovías y la infraestructura peatonal en esta zona hacen que moverse sea fácil, casi como si la ciudad estuviera diseñada para enamorar a quienes la visitan. Los nómadas digitales, que trabajan desde cualquier rincón del mundo, han encontrado en estas colonias un lugar ideal: un costo de vida más bajo que en Nueva York o San Francisco, pero con todas las comodidades de una metrópoli. Las rentas en Condesa, por ejemplo, subieron 66% entre 2021 y 2023, pasando de 19,000 a 27,000 pesos mensuales, según reportes. No es difícil entender por qué los vecinos sienten que su hogar se les escapa.
Sin embargo, el encarecimiento no es exclusivo de Condesa. Según el Índice de Precios de la Vivienda, de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), entre 2021 y 2025 los precios han crecido a pasos agigantados en todo México. En Los Cabos para vivienda se dispararon 67%, impulsados por el turismo de lujo y la inversión extranjera. Tijuana registró un aumento de 58%, mientras que Playa del Carmen creció 56%. Ciudades como Querétaro, Mérida y Monterrey no se quedan atrás, con incrementos cercanos a 46 y 47%. En la Ciudad de México, la alcaldía Benito Juárez vio un aumento de 46% y Cuauhtémoc, donde se encuentra la Condesa, aumentó 42.8%. Aunque no hay datos específicos para la Condesa en este índice, se estima que los precios de departamentos en la colonia han subido alrededor de 60% en estos cuatro años, pasando de 6 a 9.6 millones de pesos para un departamento típico. Es un aumento doloroso, pero no es un caso aislado.
La Condesa se ha convertido en el símbolo de esta crisis, un emblema del encarecimiento que está expulsando a los locales, especialmente a los jóvenes, de las zonas que aman. Un departamento en la Condesa puede costar 96,000 pesos por metro cuadrado en 2025, según estimaciones de plataformas como Nolab y Tecnoempresa. Las rentas, que ya rondan los 31,000 pesos mensuales, reflejan una demanda feroz, alimentada en parte por plataformas como Airbnb, que convierten casas en negocios turísticos. En 2020, 8.2% de las viviendas en Condesa estaba destinado a rentas de corto plazo. El resultado es claro: menos hogares para los mexicanos y más propiedades convertidas en inversiones.
La historia no es tan sencilla como señalar a un solo culpable. La gentrificación en la Condesa es el resultado de una tormenta perfecta: una oferta limitada de vivienda, especulación inmobiliaria y una falta de regulación que mantenga el equilibrio. Este problema no es exclusivo de México. En ciudades como Nueva York, Londres o Barcelona, los jóvenes enfrentan la misma lucha: precios que los obligan a mudarse a periferias, con traslados eternos y sistemas de transporte público saturados. La Condesa, con 60% de aumento, es solo un reflejo de esta crisis global.
Entonces, ¿qué hacemos? Regular las rentas de corto plazo, como las de Airbnb, podría ser un comienzo. Crear zonas exclusivas para vivienda residencial o dar incentivos a los jóvenes para comprar su primer hogar también ayudaría. Pero estas ideas son solo parches para un problema mayor: una desigualdad que convierte el derecho a la vivienda en un lujo. La marcha en la Condesa no solo reclama una colonia; reclama un futuro donde los mexicanos puedan seguir llamando hogar a su ciudad. Porque, al final, la pregunta no es solo a quién pertenece la Condesa, sino quién tiene derecho a vivir en ella.