A principios de año escribí en MILENIO: “Se denomina velocidad crucero cuando un avión alcanza una velocidad máxima entre el final del ascenso y el inicio del descenso. Tres años son los que le restan al gobernador de Nuevo León para lograr un descenso estable que cambie la cara al estado. Las inercias fácticas hicieron perder tres años a la ciudadanía, el PRIANL apostó por la ingobernabilidad secuestrando la vida pública del estado. No se alcanza la velocidad crucero sin antes soportar turbulencias. El amarre orgánico entre la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el gobernador García Sepúlveda prefigura un vuelo estable, progresivo, calculado”.
La tangente dictada desde Palacio Nacional y avalada por Palacio de Cantera rompió el círculo vicioso que favorecía al PRIAN, ahora Nuevo León habita un círculo virtuoso que favorece a la velocidad crucero del gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda en el primer tema resuelto, el de la seguridad. Un día a la vez, viene, como solución-comparsa del Mundial de Futbol, resolver la movilidad y, en tercer término, una impactante reestructuración de las industrias del Área Metropolitana bajo un esquema técnico-científico para atacar la contaminación.
Nunca satisfecho, pero sí entusiasta, Samuel Alejandro legítimamente pregona los resultados positivos en el combate a la inseguridad y el reposicionamiento de Nuevo León como un estado seguro para, desde esta jerarquía, la población (seguridad pública), las inversiones privadas (certeza) y el Mundial de Futbol (Nuevo León como centro de atención planetaria). García Sepúlveda, a diferencia de otros gobiernos administrados por la oposición, desde siempre aceptó la convivencia, la cooperación (no la subordinación), con el Gobierno federal. Así fue con el presidente Andrés Manuel López Obrador (acueducto) y así es con la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (seguridad, Metro).
En Nuevo León no hay divorcio entre percepción y realidad porque la realidad es la percepción y, la percepción, la realidad. El círculo virtuoso no puede ser más optimista desde los mandos de la Federación: “Vamos en caída libre y créansela, por favor créansela, es trabajo de ustedes”. Samuel Alejandro dice bien, Nuevo León dejó de estar entre los más violentos del país al pasar del cuarto al vigésimo lugar en el ranking nacional de violencia, gracias a una disminución sostenida de todos los delitos de alto impacto en lo que va de 2025. Los feminicidios disminuyeron más de 90 por ciento y los homicidios más de 80 por ciento, mientras que el resto de los delitos registró reducciones que oscilan entre 20 y 60 por ciento.
Hace unos días, Notivox informó: “La nueva Fuerza Civil fue la Policía estatal mejor evaluada por los ciudadanos en la edición publicada hoy de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi. Por primera vez desde su fundación en el 2012, FC alcanza la mejor calificación nacional en confianza ciudadana y en percepción de desempeño. Un 76.2 por ciento de los nuevoleoneses encuestados considera que la Nueva Fuerza Civil está teniendo un buen desempeño”.
Lo que no se nombra no existe. La nomenclatura detrás de la seguridad de Nuevo León tiene una sociedad concientizada, por eso la importancia en la baja de feminicidios. Otros, algunos, pero importan: Rosa Icela Rodríguez, César Yáñez, Héctor Gutiérrez de la Garza, Gerardo Escamilla, Omar Amador Escobar, Juan José Gómez Ruiz, Antonio Melchor Ruiz, Arody Salvador Lorenzo Bautista. Un trabajo intenso para la seguridad en Nuevo León, a pesar de un fiscal General, Javier Flores, sin pilas.
El amarre orgánico entre Sheinbaum, Samuel y García Harfuch prefigura un vuelo estable, progresivo, calculado, un círculo virtuoso para Nuevo León en la seguridad.