En Nuevo León asistimos a otra elección inédita para la gubernatura; mismo adjetivo, distintas circunstancias a la que tuvimos en 2015 cuando arrasó Jaime Rodríguez Calderón. Para estas fechas ya era inminente el triunfo del Bronco. En estos comicios nadie podrá superar el más de un millón de votos que obtuvo el candidato independiente.
Lo más probable es que Samuel García Sepúlveda siga punteando, pero la bendición del periódico El Norte a su candidatura es como un beso del diablo. Todo indicaba que los videos del priista Adrián de la Garza Santos en contra de la morenista Clara Luz Flores Carrales ayudarían a Adrián, el rebote hacia arriba fue, inesperadamente, para Samuel. Se perfilaba una final de dos, no sucedió. García Sepúlveda creció y ahora lidera la competencia con un 27 por ciento de preferencias.
Son distintas las circunstancias a las que tuvimos en 2015. En la banda sonora de estas elecciones para la gubernatura de Nuevo León, los indecisos, paradójicamente, deciden en qué pista posicionarse, bailar. Los indecisos son el objetivo
Clara Luz perdió tiempo en explicar su relación con Keith Raniere. Sus puntos porcentuales viraron hacia Samuel y Fernando Larrazabal Bretón. La caída fue dura, pero no estrepitosa. Logró colgarse de una nueva narrativa que implica a la familia y a las mujeres, además profundizó su alianza con el proyecto de nación de la 4T. Clara Luz cayó, pero no se derrumbó. La tendencia es que va subiendo, lenta e inexorablemente. En estas fechas su nivel de aceptación circula en un 24 por ciento.
Adrián de la Garza mantiene el voto priista tradicional. La embestida de AMLO en contra de la tarjeta rosa lo tocó. La estrategia de golpear a Clara Luz le sirvió de poco para crecer: contuvo a Flores Carrales y, sin embargo, se trepó Samuel. Hay una contradicción en esas líneas discursivas porque acercar a Clara Luz a una secta sexual difiere con una respuesta hecha en un debate con estudiantes. A la pregunta de que a quién dejaría en custodia de sus hijos si él faltara, aseguró que a Flores Carrales, a ella le daría esa confianza. La candidatura de Adrián ya se estancó, su narrativa de orden y seguridad aún no convence a los indecisos. El 21 por ciento de las preferencias que mantiene, es el tradicional voto priista.
La comedida campaña del panista Fernando Larrazabal tiene consecuencias optimistas. Paso a paso, palmo a palmo, Larrazabal se inserta en la competencia. Aprovecha bien el terreno y las redes sociales. Más que simpleza, sencillez. Su política es de composición, no de conflicto, lo cual le ayuda a su discurso centrado y de propuestas. Cuando muchos pensábamos que la elección se iría a tercios, apareció la mesura de Fernando.
En la pista de las elecciones viene la danza. El populismo de derecha de Samuel ha prendido en los incautos. Samuel va por el voto joven, ruco-joven y por el voto popular, es la intención del nuevo video donde aparece Jonás, Pato Machete, Genitallica, también La Ronda Bogotá y otros artistas. El diseño de su campaña es de imagen digital, no de terreno. Samuel sabe que carece de estructura para el Día D y eso lo hace vulnerable.
Clara Luz mantiene una propuesta socialdemócrata, una estructura relevante y el voto clientelar de los jóvenes de clase baja y clase media, así como el voto de los adultos mayores. Adrián de la Garza tiene cierta estructura priista, pero debe repensar por qué su campaña no avanza. En estas elecciones Larrazabal ha sido la sorpresa: muchos lo daban por muerto. Su posición en la pista de centro-derecha le auxilia en una sociedad conservadora.
En la banda sonora de estas elecciones, los indecisos, paradójicamente, deciden en qué pista posicionarse, bailar. Los indecisos son el objetivo. _
José Jaime Ruiz
