El Festival de Animación, Videojuegos y Cómics, mejor conocido como Pixelatl, nació con el objetivo de desarrollar la industria audiovisual mexicana y convertirla en una palanca de desarrollo, dignificación y reconciliación. Nunca se trató de hacer un evento más, sino de crear una plataforma que empezara a articular a la industria creativa en torno a un espíritu nuevo, de colaboración y apoyo mutuo. Es decir, el Festival era un pretexto, parte de una estrategia, un espacio que nos permitiera, como industria, ensayar una experiencia nueva.
La animación y cualquier emprendimiento audiovisual requiere colaboración y no es posible colaborar desde la desconfianza. Por eso encontramos aquí uno de los principales retos de nuestra industria. Si queremos impulsarla, tenemos que aprender a trabajar juntos.
Todas las barreras (y los miedos) sociales se rompen cuando nos descubrimos sujetos de la generosidad de otros. No es un argumento moral. Es un asunto económico. Los “dividendos” no sólo son sociales, pues un entorno generoso detona desarrollo. Ha sido un motor en las industrias creativas y tecnológicas de otros países.
Sin embargo, la generosidad no se puede “aprender” con bellos discursos o elocuentes explicaciones. Es algo que tiene que vivirse. Por eso la primera estrategia de Pixelatl fue construir un espacio que favoreciera el encuentro y el intercambio en condiciones más simétricas que las que tenemos a diario en nuestro modo social de mexicanos. De eso se trata el festival que construimos e intentamos mantener. Un espacio de inspiración para los creadores, de transferencia de conocimientos por parte de expertos, que busca generar un ambiente relajado y lúdico que permita al talento emerger, para favorecer la construcción de vínculos, colaboraciones y ayuda mutua en torno a las capacidades y el valor de cada emprendimiento... Para comprender que podemos más si trabajamos juntos.
En resumen, lo que hoy llamamos “Economía de la Generosidad” y que hacemos en el festival, es un modelo de competencia en colaboración, donde las cualidades, el conocimiento y la trayectoria de cada uno se comparten y complementan; donde se entiende que, a través de cada proyecto de cada integrante, es como hacemos juntos crecer la industria, y que el éxito de uno nos beneficia a todos (y por eso vale la pena ayudarnos unos a otros).
Implica la capacidad de reconocer y valorar las buenas ideas de los demás sin sentir que estamos en peligro, estar dispuestos a aportar y colaborar, y a reconocer y retribuir justamente cada aporte. También implica riesgos. Compartir nos vuelve vulnerables. Y reconocer que lo que hacemos o dejamos de hacer afecta a todos.
La generosidad cambia vidas y crea un ambiente distinto y genera comunidad.
La generosidad mueve economías y encanta el mundo.