Monterrey /
Vamos a ver cuántas posadas auténticas hay en esta temporada navideña, con peregrinos, cantos de adoración, piñata y sano convivio.
Esa es la fiesta tradicional, evocación de escenas bíblicas como las imagina el creyente.
En su versión actual, las posadas son deschongue, baile, bebida y excesos.
Tiempo de riñas violentas, de accidentes mortales propiciados por el alcohol.
Medios hay que llevan la cuenta de las bajas “por las posadas”.
Y así lo titulan: “Tres muertos en la segunda posada”.
Hagamos como con el tequila: que “Posada” sea nombre exclusivo de la celebración religiosa.