El talento de Jorge Villegas era innegable, su sentido del humor era ácido y único. Servir a los demás era su vocación.
Fue abogado, periodista, maestro, pero su mejor papel fue el de ser padre, tutor y guía, no sólo mío y de mis hermanos, Jorge y Bareka, sino de muchos jóvenes que se acercaban por una orientación de vida o simplemente para aprender de él.
Quedan miles de editoriales como muestra de compromiso y disciplina, y tristemente quedan planes inconclusos que demostraron su amor a la vida hasta el último momento.
Hoy me atrevo a ocupar su lugar en el periódico atendiendo una de sus últimas peticiones, agradecer a todos aquellos que tomaron "Cosas Nuestras" como lectura cotidiana o como barómetro de la política.
Mi padre escribió hasta el último momento y se va satisfecho a descansar a un lugar donde no hay más dolor ni enfermedad.
Mónica Villegas