No es casual que el español Antonio Sola, consultor político de Felipe Calderón en 2006, al que se le atribuye la campaña “AMLO es un peligro para México” ahora asegure que “ha evolucionado mucho estos 12 años y para nada vemos que sea un peligro para México” y es que ahora asesora al tabasqueño en la elección presidencial.
No hace falta información dura para dilucidar que la campaña de López Obrador sigue los pasos de Donald Trump en una guerra comunicacional en la que mezcla con habilidad el odio, la desinformación, el agravio y la confrontación entre la población y los factores reales del poder.
En las campañas políticas los candidatos diseñan sus estrategias poniendo en el centro lograr apoyos y voluntades de la ciudadanía para la elección, sin embargo extraña que el candidato de Morena no solo es prepotente sino que sistemáticamente es ofensivo con aquéllos que osan criticarlo o que apoyan a otro candidato. Todavía no llega al poder y ya descalifica a intelectuales, políticos y empresarios al declararlos enemigos de la democracia en una conducta propia de las dictaduras y de los regímenes autoritarios.
López Obrador el candidato, Igual que Trump, con ostensible fobia y soberbia difama, calumnia, confronta y divide al país al arremeter contra todos los que piensan diferente a él. Su idea de la democracia es gobernar desde arriba con la consulta “a mano alzada” sin contrapesos en la sociedad civil ni en los poderes legislativo y judicial. Lo que verdaderamente está en juego es la libertad.
Mark Twin dice que “es más fácil engañar a la gente, que convencerla que ha sido engañada”. Trump engañó con la verdad a mucha gente al confirmar como presidente que no mintió como candidato.
De igual forma López Obrador con su carácter autoritario pretende cancelar el aeropuerto, las reformas energética y educativa, amnistiar a los narcotraficantes y desterrar la corrupción con su ejemplo de honestidad valiente.
Y mientras los focos de alerta se encienden solo faltan 53 días para que el voto defina el futuro del país.