La imaginación es el oficio favorito de quienes se atreven a soñar. Endulza el alma y condimenta el ingenio al momento de poner en juego la creatividad para encontrar y descubrir nuevas realidades. Es atributo inmarcesible de los espíritus lúdicos que anuncian la buena noticia de que el mundo se ha transformado desde la invención de la felicidad que produce acciones positivas y provoca reacciones que trastocan la voluntad. Recrea universos y nos lleva a lugares insospechados donde existen y cohabitan fantasías y demonios. Es portadora de una extraña energía que sincretiza la alegría con el drama de la vida.
Innovación es la gran cuestión de nuestro tiempo. Va más allá de la mera invención y es la medida de la intensidad creativa cuya dimensión trasciende la excelencia. Renovar es insuficiente y encontrar cosas nuevas apenas cumple las expectativas de calidad a la que aspiran las inteligencias superiores. Es la respuesta a los requerimientos más ambiciosos de superación de los parámetros de alto nivel y significa rebasar en grado máximo la perfección como constante. Representa la satisfacción plena a demandas generadas en el ámbito de las más elevadas exigencias. Es el símbolo primigenio de las aspiraciones humanas por lo esencial.
La inteligencia reúne lo mejor de las capacidades, habilidades y destrezas a la hora de encontrar, proponer y aplicar soluciones pertinentes que respondan a las demandas y exigencias que las circunstancias motivan. Con ella se favorece y fomenta la puesta en escena del talento para discernir los riesgos y la sensibilidad para crear oportunidades a partir de la convergencia de factores que incidirán en el óptimo ejercicio de los recursos disponibles con fundamento en la mesura racional y en la lógica funcional que se sustenta en el conocimiento y la intuición para actuar con base en criterios de alta efectividad.
La ilusión se regodea en las aspiraciones de la sensibilidad que nos acecha mediante la más graciosa de las metáforas: la hila que transmuta los sueños en ficciones macaronésicas donde habita la buena fortuna. Es la verdad que simula y el engaño colorido que juega con el intelecto y provoca la transliteración de la realidad para sorprendernos. Es teatralidad en el escenario de la vida que se refleja en el espejismo lontano de la algarabía festiva con que nutrimos el espíritu. Encuentra su sentido más allá de las elucubraciones de la fantasía y los deseos de la ilimitada imaginación humana.
La intimidad es el espacio inmediato a nuestro ego material que permite resguardar y proteger los más caros deseos y secretos para tenerlos al alcance de la mano. Envuelve con un manto de suavidad y emoción las más preciadas posesiones que tenemos, para mantenerlas en la cercanía de nuestro espíritu en derredor de la sensibilidad interior. Es la piel que nos cubre en el fluir de la vida, en el tiempo que media entre el yo más profundo al contacto con la epidermis de quienes traspasan los límites de lo personal para compenetrarse en lo más hondo del ser amado. JFA
Jorge Fernández Acosta