Política

Vacaciones o cursos de verano o vagancia

  • Areópago
  • Vacaciones o cursos de verano o vagancia
  • Jesús de la Torre T. Pbro.

Vamos viviendo julio como tiempo de verano, acompañado por lluvias torrenciales, aunque no tan intensas como en otras regiones de México. 

Mientras el tiempo nos lleva la vida y pensamos que, como dueños de nuestro verano, hay que programarlo con vacaciones, cursos de verano, vagancia o formas inéditas de torear la pandemia, porque nos hablan de algún repunte, y por tratarse de la salud, hay que tomarla en serio, no sea que la de malas.

Por lo pronto, la Diócesis de Torreón ha programado un curso de verano, a cargo del DIDNEC y otro curso del equipo diocesano que imparte pedagogía catequética. 

Estas valiosas aportaciones no son “para matar el tiempo”, sino medios sabios para llenar huecos vitales que traemos en la formación, ya que, para muchos, lo que vale en una parroquia son las organizaciones que hacen ruido, o que llenan de flores los altares, aunque los pobres duerman en las calles y no tengan recursos para cuidad su salud.

El verano es tiempo apto para pensar en nuevos horizontes de seguridad existencial, moral. 

El Papa Francisco nos advierte lo que habíamos pensado antes de que llegara la pandemia, cuando nos dijo: 

“El mundo avanzaba de manera implacable hacia una economía que, utilizando los avances tecnológicos, procuraba reducir los “costos humanos”, y algunos pretendían hacernos creer que bastaba la libertado de mercado para que todo estuviera asegurado. 

Pero el golpe duro de ésta pandemia fuera de control obligó por la fuerza a volver a pensar en los seres humanos, en todos más que en que en beneficio de algunos.

Hoy podemos reconocer que nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el saber de la fraternidad, Hemos buscado el resultado rápido y seguro y nos vemos abrumado por la impaciencia y la ansiedad. 

Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el saber de la realidad. 

 El dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hacen resonar el llamado a repensar nuestro estilo de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia. (FT. 33).

El tiempo, en parte, es organización de nuestra existencia, y ni para el niño ni para el anciano, debe ser espacio perdido sino tiempo para aprovechar oportunidades saludables que nos beneficien y al bien común.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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