Tobías de la Torre T., entregó la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe a su nuevo Párroco, Francisco Javier Gómez Orozco, a mes y medio de que el primero pudiera haber cumplido 25 años como párroco local. Durante los citados años, párroco y pueblo creyente, fueron abriendo en surco, en sementera local y propia, una práctica pastoral de participación cuyos protagonistas eran, los que posiblemente se les consideraba no tan aptos para cumplir tareas de evangelización, razón por la cual se empeñaron en cumplir lo que les tocaba, desde el Evangelio, aplicado a su realidad depositando la semilla en el silencio, en lo que los campesinos son expertos. Ya el fruto vendrá, sin que el humano sepa ni cómo ni cuándo germina la semilla.
Hace veinticinco años que en la Diócesis de Torreón estaba en pleno auge el Plan Diocesano de Pastoral, 1988-1992, que había instrumentado su tarea evangelizadora, amplísima, pero concretizada en estas prioridades: Familia, Catequesis, Pastoral Social, Jóvenes. Aunque estas prioridades fueron las originales, a lo largo de los años variaron. Se vinieron tiempos borrascosos, que de muchas maneras cuestionaban los distintos planes de pastoral que en los años se fueron dando. En la parroquia del ejido La Unión, mientras se discutía tanto, permaneció la metodología general del plan diocesano de pastoral, ya que se le dio prioridad al trabajo pastoral, frente a la múltiple discusión, que en parte eran ganas de no trabajar, de no acompañar al pueblo y de fomentar un cristianismo de emociones.
Las comunidades pobres ahondaron en el compromiso evangelizador. La Unión con sus barrios, los ejidos: Hormiguero, Escuadrón 201, Maravillas, Albia, La Concha, La Conchita, Paso del Águila. Las prioridades ampliaron su acción pastoral y se llegó hasta los “consejos pastorales” que son la congregación de los coordinadores de grupo de cada ejido, que nombran un representante para que llegue al Consejo de Pastoral Parroquial. La Pastoral Social superó muchas deficiencias que este organismo suele tener, cuando se mueve sólo en ámbitos asistenciales. La parroquia La Unión goza con su párroco, que en el día que entrega, llevaba 47 años de párroco en la Diócesis de Torreón. Ahora pasa a simple “adcrito”, para que la libre de clérigo vago, que el Derecho Canónico no los aprueba. Javier Gómez como nuevo párroco, es un acierto, y además, siempre ha estado ahí.