Una vez pasadas las elecciones del 4 de junio, en Coahuila y en el Estado de México, a unos ciudadanos les quedaron las ganas de no hablar, o de hablar de todo, menos de política; pero otros se les cae la boca de risa, sienten que les fue bien repartiendo despensas o doscientos pesos después de la votación, o muchos más antes de la votación, pero con astucia para que no se diga que se actúa ilegalmente, en fin,, que uno de los ejercicios de la democracias da para hablar, aunque otros la juzguen como movida del demonio, cuando el prójimo, con el que sólo hablo del precio variable de las cebollas, y de política, religión, o historia, muda la gente, aunque se trate de asuntos vitales.
Aunque no nos agrade la política, sobre todo la de partido, nos metemos con ganas a la conversación, sobre todo cuando nos sentimos infalibles al condenar la opinión de los obispos, que con legítima autoridad, enseñan que el creyente es como el alma del mundo.
Como lo enseñó uno de los Padres de la Iglesia, Tertuliano, desde allá del siglo II, de la era cristiana.
Enseñanza que se orienta a sanear la vida, mediante la práctica de la justicia.
Pero a muchos les agradan las enseñanzas del sistema liberal, que le dio tantas aporreadas a la Iglesia y le despojó de tantos bienes, cuando la Iglesia era rica, y sostenía la agricultura de los campesinos.
Otra desviación que traemos los mexicanos, para olvidarnos de la vida de sus problemas, es el alcoholismo, la drogadicción y sus acompañantes.
Últimamente se nos insiste: “Si te drogas, te dañas”.
Esto es muy cierto, aunque va disminuyendo la drogadicción debido a que las clases muy pobres están encontrando trabajo y eso es buena medicina, aunque no del todo ni en todos los casos.
Como quiera, los ciudadanos hacen un práctica política, en muchos casos a la fuerza, mal informados y metiendo al demonio en la práctica, sobre todo cuando se trata de votar contra el gobierno vigente, aunque haya llenado de socorros a los pobres.
¡Ah la política¡ ¿Cuándo la vamos a meditar, entender, practicar según la justicia de Dios y no la ideología de algunos partidos políticos burgueses?