El próximo miércoles 22 de febrero, llamado Miércoles de Ceniza, se iniciará la Cuaresma, tiempo litúrgico que en sus orientaciones espirituales, va a contracorriente de la sociedad que se divierte, que aparta con tiempo sus días de descanso en las playas o en algunos otros lugares turísticos, sobre todo en los días finales de este tiempo litúrgico, como son los días de Semana Santa.
Hace centurias, en la llamada Edad Media, el sentido religioso de austeridad y de penitencia, se observaban con mucho rigor.
Al pueblo creyente se le hizo largo este tiempo y entonces inventó el tiempo de Carnaval, tres días antes del Miércoles de Ceniza, como una especie de permiso de pecar en esos días, porque los que seguirían, obligarían a ser santos.
El Carnaval se volvió un vil relajo y gente que no tenía preocupación por el sentido religioso, los carnavales no se le escapaban ya que eran como ferias del pueblo. Y mientras tanto, en las parroquias,
Seminarios, monasterios, conventos, etc., se programaban tres días de “adoración reparadora” por los pecados de quienes lucían en público sus disfraces o sus cuerpos.
Pero vivimos en tiempos en los que convertimos en diversión todo evento humano.
Pensamos en los desastres de la pandemia, los asesinatos del narcotráfico, una pobreza extraña que no deja de auxiliarnos para comprar lo que necesitamos para nuestras cocinas y una segazón espantosa para no acudir al dador de todo bien en estos tiempos de crisis morales, sociales, religiosas.
Son tiempos de pena en los que nos aferramos a no pensar en nada, con tal que no nos falte un compañero teléfono celular.
Sabiamente existe este tiempo de Cuaresma que nos puede llamar la atención sobre los despistes en los que socialmente nos movemos.
Hombre y mujer nos evaluamos por una reflexión sensata que luego hacemos en el correr de la vida.
No es tan fácil que Dios llegue en el chiste casero con el que salimos de cualquier atolladero que nos preguntan.
El Señor es alegre pero no alimenta la superficialidad. Dios es serio pero feliz. Juega pero no con vaciladas
Para hacer que sonrían los que nos caen mal.
Ni modo, pero la Cuaresma es un tiempo útil, que bien empleada, hace más dignos al hombre y a la mujer.
Es tiempo de reflexión que no tiene por qué asustar a nadie, sino más bien, fortalecer, crear lazos fraternos.