No faltan fastidiosos que siempre nos cuentan el mismo cuento, la misma recomendación, el mismo chiste, la misma predicación y lo calificamos diciendo que fulano de tal es largo como la cuaresma.
Nos deja muy en paz si mejor no nos habla.
Y si es párroco y no entiende el proceso ni lo que se juega, la cuaresma es oportunidad para hacer ejercicios espirituales personales, salir de vacaciones, inventar una cuaresma muy movida, llena de espectáculo, irse de vacaciones y rezar al santo Cucufate para que no nos llegue el Coronavirus.
Para los analfabetas litúrgicos, la cuaresma es larguísima y tiempo de pescado, capirotada, es decir, cambio de dieta alimenticia porque así es, aunque no participemos en ninguna jornada espiritual de transformación de la vida, ahorita que vivimos en una época de transformación social, porque hace pocos años así lo decidió el pueblo, víctima quizá de una democracia que permitía sacudir el hartazgo de más de setenta años de corrupción.
El próximo 2 de marzo se iniciará la cuaresma con la fiesta del Miércoles de Ceniza, seguido de tres días que invitan a pensar qué es eso de la reconciliación y luego vienen dos semanas, iniciadas con sus respectivos domingos, que son espacios de tiempo para invitar a pensar qué es el pecado, porqué nos acecha, cómo dejarlo, en términos prácticos, es una conversión de raíz a la vida del hombre auténtico, del hombre justo; luego, viene la tercera y cuarta semanas que son espacios para que cada miembro del pueblo elija hacer “ejercicios espirituales” para que el cambio de vida no sea de un descuidado en rezar a un rezandero, sino que se comprometa a fondo, cambiando su vida egoísta en una vida que cambie su vida egoísta en una vida que se ocupe del cambio social, de darle mate a la vida personal egoísta, e ir a la vida de fe comunitaria.
La quinta semana es para que todo el pueblo creyente se reconcilie con el Dios misericordioso.
En términos prácticos, semana de Confesiones, para que de ahí en adelante, el pueblo no acuda al Confesionario, de ser posible hasta que termine Pascua o Pentecostés.
Siguiendo el proceso señalado, el llamado Año Litúrgico, recupera el sentido de instrumento de espiritualidad, dejando a un lado devociones puntuales y de oraciones, que si se hacen con “devoción” se dicen que traen buena suerte, que le quitan lo borracho al borracho, no le hace que la vida siga igual de descocida y recupere su conducta anterior, al fin y al cabo, la vida es puro vacilón.
Porque no somos serios ni en lo que deberíamos ser más serios.