Al entrar al tercer mes de la Jornada Nacional de Sana Distancia pareciera que, como país y en específico en el Estado de México, estamos entrando al ojo de la tormenta provocada por el nuevo coronavirus. Llevamos dos meses en confinamiento, dos meses en el que el mundo que conocimos ha cambiado por completo y en donde la amenaza del COVID-19 es más real que nunca; en los últimos cuatro días, acaeció una quinta parte de las defunciones a nivel nacional.
En territorio mexiquense no han faltado las noticias que indican sobre importantes puntos de peligro de infección, como en la zona Atizapán-Tlalnepantla, Ecatepec o en la misma capital. El personal médico ha enfrentado de manera valiente la contingencia, y como ha podido ha sorteado un sinfín de obstáculos para seguir combatiendo al virus y salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Por eso, y por ellos, debemos de tomar esta semana que empieza con toda seriedad: está en nuestras manos el determinar el rumbo de la curva epidémica.
Antes de planear la reapertura, propuesta para el primero de junio en distintas partes del país, considero que debemos concentrar esfuerzos y recursos para evitar que la curva de defunciones siga creciendo. Esto no significa que la vida económica no importe, sino que debemos estar seguros de tener una estrategia respecto al terreno sanitario antes de decirle a la población que puede retornar a sus espacios laborales. De nada servirá un confinamiento largo si no se disminuye de manera efectiva la dinámica de transmisión ahora, considerando además que probablemente se experimente una nueva ola a mediados del otoño.
En estas horas críticas, está de más ponerse a debatir sobre si se domó la pandemia o si ya se alcanzó el famoso pico. Lo más importante, sin duda, es el quedarnos en casa en la medida de lo posible, y los que tengan que salir que lo hagan con las precauciones debidas, tales como el uso de caretas y cubre bocas y el guardar la sana distancia recomendada por las autoridades. Asimismo, antes de entrar a politiquerías y controversias que no abonan al bienestar de la gente, los gobiernos deberán ser transparentes sobre las distintas fases que faltan y también informar sobre cómo cada hospital y clínica está respondiendo a la emergencia, considerando lo financiero, lo operativo y el personal que arriesga su vida por los demás.
De aquí a 10 días, la responsabilidad y sentido común que demostremos determinarán la ruta y escenario de reconstrucción que tendremos que transitar en los próximos meses y años. Si no queremos seguir subiendo en el listado de países con mayor número de defunciones, tendremos que actuar con seriedad, porque no quedan más oportunidades. En los siguientes días, sabremos si estuvimos o no a la altura del reto más grande que hemos tenido en generaciones.
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