En cuanto se conoció la captura de Luis Cárdenas Palomino, que gracias a su historia negra bajo las órdenes de García Luna Productions fue reconocido por el gobierno calderónico como un policía ejemplar, de inmediato los resentidos sociales de siempre (comunistas de poca monta y agentes venezolanizantes, piores que Chucho Zambrano tuiteando en inglish pitinglish), esos que no saben reconocer el éxito de un wanabí-aspiracionista cuando lo ven, señalaron hacia el expresichente Jelipillo como parte de una conspiración de corruptos y canallas.
El marido de Margarita podrá ser un Chaparrón Bonaparte, pero su estatura moral no tiene límites, a pesar incluso del compadrazgo y el contubernio (el libro del maese, Francisco Cruz, El señor de la Muerte, deja en claro que ese bonito grupo hace ver a los Corleone como unos tristes raterillos). Lo que pasa con Calderón no es que sea un viejo cochino que se rodea de viejos aún más cochinos, a lo sumo tiene problemas con el reclutamiento de personal.
Curiosamente, después de este escandalazo, Jelipillo se quedó calladito en el chuirer cantando en silencio el “Déjenme, si estoy llorando”; Riqui Riquín no hizo un video para preguntar por qué carajos apañaron al ex mero mero de la Policía Federal; y Chiflano Aureoles, mientras fue a necear a la Tremenda Corte donde tampoco lo recibieron (¿qué no tiene este señor un estado qué seguir desgobernando?), no acusó al PAN de ser un narco partido; no vimos a Lozano defender a ese Matute fallido; Markititito Cortés nomás se hizo pato al igual que Alititititito Moreno que, seguramente, estaba ocupado con los halcones que van madrear a esos priistas rebeldes a su dictadura.
Es muy probable que la Cuarta transformeichon armó todo este jelengue para formar una cortina de humo sobre la egregia y valiente aparición de mi Yorch Ramos en la Mañanera con su espada láser desenvainada. No sean gachos, antes de mandarlo a hacer el perro oso al confundir la gimnasia con la dispepsia, le hubieran dado algo de desayunar, siquiera unas gorditas de chicharrón para que no estuviera tan muino. No se sabía si estaba preguntando o regañando. Para saciar sus dudas existenciales sobre el crimen organizado y los poderes fácticos tenía que haber entrevistado en el tambo a Cárdenas Palomino y García Luna, que son los héroes de esta loca película de narcos, papá.
Jairo Calixto Albarrán
