¡Ya nos timaron, pronto nos volverán a timar! Como nos gusta el mitin, el show, el género chico y estar allá en el rancho grande, siempre nos tropezamos con las mismas piedras. Ahí donde titilan las luces a lo lejos, ahí donde suenan los wattajes y el reguetón convoca multitudes al ritmo de “¡Chimino, animal del demonio, sal de tu agujero que vamos a trabajar!”. Nos late que nos apantallen, que nos lleven al baile, que nos apliquen el dos de bastos y que nos cambien oro por cuentas de vidrio soplado.
Por eso y por otras cosas más en estos días Lilly Téllez (sí, la reportera que estuvo sentada en el mismo sillón donde estuvo el cuerpo de la niña Paulette y nunca se dio cuenta; la mujer que fue señalada por su afición a los autoatentados; conocida por su histrionismo legislativo cuando pasó de ser una liberal lopezobradorista a yunquista recalcitrante y panista decimonónica) ha protagonizado todos los debates, todas la etiquetas, toda la atención mediática y todas las madrizas tumultuarias en Twitter, y ya solo le falta que exija el penacho de Moctezuma para cuando empiece su campaña que, según las malas lenguas, es la verdadera catapulta de sus actuaciones de telenovela.
En ese sentido y con los pelos de los bots en la mano, puedo decir que los trolls y jéiters de Lilly son los mismos que los del expresichente Jelipillo (y los de Margarita que están trabajando horas extras ahora que cada vez se acerca el momento de que el Tribunal la batee con lo de México Libre), Gilberto Lozano y Pedro Ferriz. Incluiría a Jorge Berry, pero cabe decir que lleva 80 años queriendo ser periodista y nomás no se le da y que, si Chumel es el fakeminista alfa, Berry es de esos fakeministas a la antigua, si saben a lo que me refiero. Ojalá a estas lindas personitas les otorguen un fideicomiso para que compren unos bots de mejor calidad, que no sea refurbished.
Como quiera que sea, con Lilly Téllez ha pasado lo mismo que con Frenaaa: se les ha sobrevalorado, y al caer en el garlito efectista, ha jalado marca cuando en realidad están hecho con el mismo material de las casitas de campaña vacías que se las lleva el viento.
Digo, si nos atenemos a lo que afirma la oposición que habla de chingomil muertos (algo que sería imposible de esconder hasta para Tomás Sembrón y Murillo Karam con otra veldá histórica), pues ya nada más quedaría el doctor López-Gatell como Will Smith en Soy Leyenda.
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@jairocalixto