Como a la mayoría de los mexicanos, Kike Krauze me asombra gratamente por la clase de comparaciones históricas que hace con soltura y alegría. En su momento, al góber petocho de Jalisco, Kike Alfaro, lo llamó el nuevo Mariano Otero, y hasta recuerdo que desde la tumba del gran liberal se escuchó un “¿Y yo por qué?”. También el distinguido intelectual progre comparó el movimiento del 68 con la Marcha rosa, algo para nada exagerado pues todos atestiguamos cómo los reprimieron los granaderos. Ya lo más reciente sí rompe todos los récords pues afirmó que Latinus, de Roberto Madrazo-Loret-Brozo-TatankitaCórdova-Dresser es como el Proceso de los 70. Digo, nada disparatado porque los gobiernos priistas de Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo eran tan autoritarios y despiadados como el de la Cuarta transformeichon cuya extraña forma dictatorial consiente que la oposición pueda oponerse histeriquita y mentirosamente, además de vistimizarse desde sus chorromil medios de comunicación alegando que no hay libertad de expresión. Todo aderezado por sus beneméritos xochibots, xochitrolls y xochijéiters arrejuntados por un algoritmo terraplanista.
En ese sentido, mi doctor K se le puede comparar en capacidades de reflexión con la señora del mal huipil que, en otra más de sus insólitos ejercicios intelectuales de rancio abolengo, hizo un llamado al emprendedurismo entre los jóvenes para que tengan lana y hasta les ofreció unos tips que ni a Og Mandino, Lee Iacocca y a Slim se les hubieran ocurrido: tengan una gran idea, busquen financiamiento, sean tenaces, no desfallezcan y no tengan miedo. Solo le falto un “Y vendan gelatinas”. No se rían.
La candidata debería de dejar de defender campos de golf y de plagiar los colores y logos del INE, para que vea con la empresaria María Asunción Aramburuzabala donde cuenta cómo su compromiso y el de su familia con México la llevó a pagar todos los impuestos que le exigía el SAT, en lugar ampararse y evadirlos como hacen otros plutócratas que creen que los mexicanos deberían de pagarles solo por existir.
Y hablando de intelectuales de la talla de Krauze, ahí tenemos Georgie Boy Ramos que, en un profundo ejercicio de desconocimiento del alma del sector opositors y de la ultraderecha nacional, sugiere que la única forma en que doña Bertha Gálvez pueda ganar es que se deslinde del PRI y del PAN. ¡No me hagas reír que tengo los labios partidos! Pobrecito, no capta que sin el PRIAN para Xóchitl no hay paraíso.