Política

¡Sanitización a Lozoya-Lozoyita!

Como veo que muchos impresentables ya no van a ir a comer al muy refifí restaurante Hunan porque dejan entrar a gente más impresentable que ellos, llego a la conclusión de que esto puede resultar una verdadera monserga. O sea, we, como si no fuera suficiente con los precios de esos comederos wanabís, todavía hay que mostrarle una larga lista de personajes siniestros, transas, HDSPM y rateros a la recepcionista para ver si no cruzaron el pantano de local y lo dejaron pior. Y si por ahí estuvieron los miembros de la Loca Academia de Javidús, cualquier prianista, no se digan los Chuchos, algún miembro de la “Eh, la BOA”, Claudio XXX González y cualquier miembro de los gabinetes de los expresichentes de López Porpillo hasta mi licenciado Peña, pasando por foxistas y calderónicos y así hasta el infinito y más allá, sin olvidar a Brozo, el Trujillo Tenebroso, el nada Lozano de Lozano, Chumel, Loret y un chingo más (¡No manches, estamos rodeados), ya te fregaste!

Digo, no hay que exagerar que se pueden acabar los restaurantes de catego del eje Santa Fake-Las Lomas-Polanco-Polanquito-La Roma-Condechi y varios más. Creo que bastaría conque nos señalen donde estuvieron sentados Markitititititito, Alitititititito y Zambranititititito, o Ricardo Anaya, y le quitas la satanizada al lugar con una sanitizada brava a fuerza de agua bendita, agua de Tlacote, té de calzón, luego haces la fina Xóchitlseñal, algo de jabón Zote, le avientas un conjuro a lo Hermelinda Linda y ¡listo!

En el caso de aquellos que, como Jelipillo Calderón, juraban que nos iban a tocar la vacunación en chorromil años y que ahora dicen que la contra reforma eléctrica de AMLO va a causar el Apocalipsis, hay que repetir la dosis unas tres veces, mínimo.

Después de una sanitizadita chida, te puedes sentar con confianza, aunque huela a azufre, en la misma silla que Charly Salinas, o en el sillón donde se posó Santi Abascal mientras les daba instrucciones a los del Ku Klux PAN sobre cómo ser yunquistas y franquistas en un solo combo.

Y, previo exorcismo, bien podrías sentarte a esperar unas gorditas de chicharrón en el banquito de Chiflano Aureoles, y en el de Kike Alfaro, el Mussolini de la torta ahogada, donde se sentó a hacer catarsis después de que me lo abuchearon de a feo.

Hay que echarle algo también al mullido sillón de Gertz Manero que ni picha, ni cacha, ni deja batear. A ver si por andar en la vagancia no se le escapa ¡Lozoya-Lozoyita!

Jairo Calixto Albarrán


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  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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