Se pregunta López Obrador por qué los ministros ganan 700 mil pesos al mes. En principio, porque pueden y porque tienen muchos objetos de estatus qué acumular. Pero sobre todo porque, dicen, si ganaran menos, sus decisiones en materia de impartición de justicia podrían ser todavía más dudosas.
Por eso me genera una enorme contrariedad que no le crean a la ministra Piña y a sus Piñapaleros, cuando afirman de manera contundente e inobjetable que los fideicomisos no son un privilegio para la tremenda Corte, sino un derecho para todos los trabajadores del Poder Judicial.
Es increíble que solo por gozar a regañadientes de obesas prebendas y canonjías, se les someta a tan graves cuestionamientos, se les persiga desde Presidencia y la prensa protocomunista exigiéndoles que se condenen a la terrible pena de la austeridad republicana.
Qué buena onda que para defender a la tremenda Corte aparezcan personajes tan probos y calderonícolas como Germán Martínez, gran maestro en el arte xochilteca de plagiar tesis. Me gustó que este personaje que no le tiene miedo al ridículo, no solo saliera a gritar como si eso lo hiciera más creíble, sino que enarbolara UN recibo de un oficial mayor que, según él, sí aporta para los fideicomisos. Qué maravilla, casi casi le creemos cuando se le saltaron los ojos y, en un homenaje al subjefe Diego, echaba espuma por la boca. A Germy lo podemos recordar por películas como “No se hacen devoluciones, renuncio a Morena”.
A mí lo que me tranquiliza es que, ante las controversias constitucionales que interpondrán hasta los de intendencia del PRIANChu, es la propia tremenda Corte la que tendrá que decidir sesudamente al respecto y, sin temor al que dirán ni a los conflictos de interés, resucitarán a sus sagrados fideicomisos, como debe de ser. Wonderful!
Algo tan espléndido que solo se puede comparar con Lady X reclutando a Carlos Urzúa cantando la de “La chancla que AMLO tira, yo sí la voy a levantar!”. Así hay gente que gustosamente recibe cascajo.
Así, para que la señora Piña (ojalá no se enoje como la dotora Dresser que, imitando a Sandra Baticuevas, no le gusta que le digan señora) tiene que hacer un acto para demostrar que esos fideicomisos son para beneficio de los empleados del Poder Judicial: que los ministros pongan unas mesitas afuera de la Suprema Corte y, a la vista de todos, repartan con todo y moño el efectivo que le corresponde a cada compañero de la onda judicial.
Así sí gana la gente.
