O sea, no es que haya nada nuevo bajo el sol, pero siempre vale la pena recordar que, en principio, no estamos solos, siempre hay alguien que, como diría mi querido maestro José Agustín, sabe quiénes somos y nos han estado observando. Y lo sabemos por los informes que han venido saliendo del echeverriato, donde se le aplicaba marca personal a quienes el viejo régimen democrático del PRIcámbrico temprano se ponía a olisquearle las corvas al considerarlas como personas peligrosas para el sostenimiento y reproducción del sistema tricolor de tan gratos y sublimes recuerdos. Aunque, claro, las orejas de Gobernación estaban un poquito extraviados porque eso de seguir a Cantinflas, un gobiernista, es símbolo de su dudoso criterio.
Los que no estaban nada extraviados son el inspector Baz Baz y el vizconde de Michoacán, Alfredo Castillo (admirables por investigaciones como la de la niña Paulette y el cártel de los edredones), proverbiales activos de lo que queda del peñismo por ilustrar, que espiaron al círculo más cercano a Amlove y la cuarta transformeichon. El problema aquí de mi licenciado Peña y Luis Videgaray, su Richelieu región 4, no es que hubieran querido meter las narices entre los opositores a ver si encontraban; el problema es que acudieron a dos personajes menores del Grupo Atracomucho que habían demostrado su preclara ineficiencia y alucinante torpeza que se vio reforzada en la manera en que el buen Alfred lo negó todo, igual que sus sonados éxitos en Michoacán, o cuando estaba al frente del representativo olímpico donde pensó que todavía estaba en la procu del Edomex. Lo único que le faltó a don Alfred fue aplicar la neymariña de los alcaldes panistas y perredistas que frente a la puerta Mariana se retorcían como si les hubieran aventado napalm, agente naranja, agente naranja o agua bendita; digo, estuvo mal el trato, sin duda se pasaron de lanzas, pero también como que les gustó hacerse las “víctimas”.
Los que seguramente se van hacer las ídem será el bloque de los opositores que por alguna extraña razón no estuvieron en la entrega de la Medalla Belisario Domínguez a doña Rosario Ibarra de Piedra. O sea, no la chiflen que es cantada. Es la clase de acción que refleja que, la neta, no han entendido nada y por eso les va como les va.
Quítate la máscara, ven a bailar.
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