Política

Por culpa de Fox voy a la Consulta

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Como María, caminaba yo alegremente por los barrios de mi ciudad cuando me encontré, ¡oh sorpresa!, con afiches, posters y propaganda diversa para participar en una Consulta ciudadana llamando a llevar a juicio político a nuestros queridos y adorados expresichentes. Me pareció en principio muy extraño porque siempre me parecieron personajes tan justos, probos y buenos como Kamel Nacif, Succar Kuri y el gober precioso, Mario Marín. ¿Pues qué habrán hecho pare merecer esto, me pregunté azorado? Ni modo que el Horror de diciembre, el Fobaproa, la narcoguerra, los Bribriesca y las estafas maestras fueran para tanto.

Además, me parecía todavía más difícil de comprender que en una Dictadura macuspánica que no hay dos en la vida, se buscara tomar en cuenta la opinión de la ciudadanía, en vez de recurrir al autoritarismo dictatorial pluscuanperfecto que tanto añora Kike Krauze en sus húmedas noches donde los plebiscitos aman en cuaresma.

Luego escuché atentamente las argumentaciones del sector opositors y me parecieron bien sustentadas, sobre todo porque se basa en una frase, “La justicia no se consulta, se aplica” que parece sacada del Libro Vaquero.

Cuando leí la pregunta de la Consulta hecha con genialidad por la Tremenda Corte, portando en su interior la química, retórica, botánica y sistema decimal por cual (por eso no la entienden los de Harvard), me dio más hueva que cuando alguien pone “abro hilo” en el Twitter. Más aún cuando la Nueva Vieja Banda TimbirINE, con su espíritu de árbitros de la Concacaf, le pusieron más obstáculos a la Consulta que la Covid a los Juegos Olímpicos de Tokio. O sea, pusieron casillas lo más lejanas e intrincadas posibles, y casi que tienes que llevar hasta tu acta de defunción y un permiso de Claudio XXX González.

Eso sí, hay malvados que creen que si la Consulta fuera del PRIANChu, mi Tatanka Córdova y Murayamasamí entregarían personalmente las boletas, montarían las casillas en sus lomos y hasta le llevarían el lonche a los mapaches amaestrados.

Así, no me daban ganas de participar. Entonces apareció Chente Fox y comenzó a llamarles pendejos, estúpidos y gatos a quienes le entraran a la Consulta. Y con tal de que sienta Pegasus en el callejón y nomás para ver qué cara pone, voy a ir a la Consulta aunque mi casilla esté debajo de un puente húmedo y siniestro. Y hasta le voy a pedir a Chiflano Aureoles su banquito, para que la espera en la larga fila no sea tan pesada.


Jairo Calixto Albarrán

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Jairo Calixto Albarrán
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  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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