Hay algo podrido en Dinamarca. No puede ser que el licenciado Peña nos anuncie con toda puntualidad y conocimiento que en México la vida es un carnaval, para que inmediatamente después aparezca el Banco de México en calidad de aguafiestas y anuncie que las expectativas de crecimiento, el PIB y demás indicadores económicos van a estar más tristes que la moneda china. De hecho estamos por enviar a Pekín el video donde López Porpillo, con lágrimas en los ojos, después de nacionalizar la banca, vaticina con talante histriónico aquello de “ya nos robaron, no nos volverán a robar”, a manera de terapia para reforzar la autoestima del yuan. Sobre todo cuando su prestigio se ponga peor que el de la Federación Mexicana de Natación ahora que demostró que puede ser más dudosa que el INE salvador del Partido Verde, los bocineros del sistema político nacional.
Como quiera que sea, me parece de pésimo y artesano gusto que Carstens haga estas cosas mientras la presente administración se ufana al mostrar los grandes avances en materia económica y entender que no hay la menor duda de que vamos por el camino correcto. Por lo menos fue bonito saber que la inflación está más dominada que las filtraciones en el PAN (cualquiera que pase por el súper o el tianguis sabrá que la canasta está a precio Pacto), y que en materia de empleos estamos a niveles insospechados; que de hecho la gente que se ve ahí desocupada no es porque no tengan ni vocho ni changarro, solo es que esperan un puesto de gerente, de CEO de una multinacional (OHL tal vez) o director técnico de la selección nacional de futbol. Claro que este puesto es muy probable que le sea dado a un personaje como el Tuca Ferreti, al que todo le da hueva, incluso buscar una estrategia de juego que no sea igual a la de Javiercito Duarte, es decir, echar el camión atrás.
También estaba la plaza de embajador en Estados Unidos que, luego de mucho tiempo de espera, al fin fue otorgado después de meses, como para que Donald Trump extrañara como antes nuestra ausencia.
Afortunadamente este pequeño traspié no arredró al licenciado Peña, quien, en un acto que debe de haber desconcertado a su fanaticada (la cual ha venido alentando la idea de que la subversión es peor para la patria que la defensa de la tremenda corte en relación a la adopción homoparental para los adictos al golpe de pecho), no solo defendió sino que alentó a los jóvenes rebeldes y contestarios.
Algo que contradice la llegada de Don Beltrone al PRI, pero qué importa.
www.twitter.com/jairocalixto
