Cuando uno ve las imágenes de la casa de Evo Morales hasta donde se metieron a grabar algunos curiosos que creían que iban a encontrar unas instalaciones como de Lozoya Lozoyita o Robero Deschamps o de Darth Bartlett, lo que queda es el asombro. Nada que ver con la Casa Blanca. De hecho, en vez de generar resentimiento, más bien te daban ganas de mandarle algo para que le subiera de categoría a su vivienda de interés social y no de interés sensual, como las de varios políticos que se quieren sentir en Falcon Crest.
Es por eso que llama la atención la azotada reacción con la que algunos de nuestros más avezados y connotados políticos e intelectuales cuando se preguntan si vamos a mantener al boliviano, como si no hubiéramos mantenido a personajes como el Nini Verde, que de regresar todo lo que le hemos pagado sin hacer nada sin que estos cuentachiles la hiciera de jamón, podríamos construir ocho aeropuertos y dos trenes mayas.
Evo acaba de perder un país, su cueva, su poder a manos de mi general William Kalimán (las risas se compran por separado) y de una émula de Laura Zapata en tachas, y todavía le quieren cobrar derecho de piso. No la frieguen, ni que fuéramos de la Familia Michoacana.
Y lo más curioso es que cuando veían el atraco de la Estafa Maestra, estos mismísimos sacrosantos personajes que ya sabemos quiénes son, nomás se agachaban y se iban de lado, querido amigo. Bueno, si no vieron el golpe de Estado que fue de manual pinochetista, menos iban a detectar los atracos en despoblado que se dieron durante los últimos sexenios cuando acariciamos el primermundismo.
Bueno, son los mismos que dudan de la proeza de don Gustavo Madero que protagonizó una de las hazañas deportivas más llamativas de que se tenga memoria en la vida política nacional (además de los atajos que Robertico Limonta Madrazo en el Maratón de Berlín), cuando buscaba abrirse paso para llegar a la toma de protesta de Rosario Piedra Ibarra con un entusiasmo que, dicen, le ha ganado el reclutamiento como corredor de poder por parte de los Delfines de Miami que buena falta les hace.
Bueno, hasta la melodramática neymariña le salió bien al buen Gus cuando alegó que no estaba hecho un energúmeno, que solo quería tomarse una selfie con la hija de Doña Rosario Ibarra de Piedra y que solo por eso le quisieron aplicar su Decena trágica. ¡Ay, dioj mío!
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@jairocalixto