Gracias a la nueva amenaza del sargazo, que según se puede colegir por las histerias del momento como Sargadzilla, se ha vuelto tan peligroso y tan temible que encarna todos los apocalipshits, superando incluso la posible construcción de Santa Lucía y el hundimiento del nuevo aigriopuerto.
A mí, como al resto de los mexicanos, según las informaciones que nos arrojan de manera cotidiana en la jungla mediática, me da más miedo que el próximo tuit de Donald Trump. Y es que hablamos de un monstruo hambriento que no respeta ni jerarquías ni escalafón, que se engullirá bikinis, chanclas y piscinas, y que no se detendrá hasta extender su imperio cruel y malvado hasta el mítico Cocobongo de Cancún.
Bueno, por esa y otras cosas más, me parece más peligroso el sargazo por todos tan temido que la remota posibilidad de que Lozoya-Lozoyita un día cante como Farinelli y haga temblar al Monopoly peñista con agronitrogenados. Incluso preferiría enfrentar la verdad histórica de Murillo Karam y la cuadrilla de agentes especializados en torturas inspiradas en las películas de los Almada y Valentín Trujillo.
Casi prefiero esquivar los recortes de la 4T que serían la envidia de Jack el Descuartizador, meterme a chapotear en el mar de los sargazos que en cualquier momento tomará por asalto Xochihouston.
Por suerte, para salir de tan tremendísima amenaza, tenemos el barco antisargazo en el que mi licenciado Peña invirtió 800 millones de pesos del que hasta el momento nadie conoce su paradero, o en qué casa blanca o de Malinalco estará varado o al garete como el Perla Negra de Jack Sparrow cuando escapaba de los limbos del Pacífico. Pero no nos asustemos, estoy seguro de que en cualquier momento aparecerá tan portentosa nave, debidamente tripulada por la Loca academia de Javidús para salvarnos del Sargazodzilla que nos quiere gobernar.
O podemos salvar la situación con la propuesta del diputado morenista Trinidad y Tobago que ya le advirtió al mar que si nos sigue echando sargazo, tendremos que responderle arrojándole plásticos a sus mareas. Para espantarlo, preferiría aventarle al sargazo más bien las facturas apócrifas de 8 mil empresas detectadas por el SAT que, supongo, ya deben estar investigando la Coparmex y Claudio X. González.
¡Sargadzilla!
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@jairocalixto
