Dicen lo que cantan y no lloran que es un poco miserable y canallesco que el prianchuchismo en pleno, con una pequeña ayuda de los piñaBots, piñatrolls y piñajéiters, más los calderonicolitas que los acompañan muevan, oooootraaaaaaa veeeeeeez, varias campañas que los dejan en calidad de canallas y miserables, no necesariamente en ese orden. Primero habría que decir que ese es el estado natural del sector opositors, por eso puede hacer llamados a que los mexicanos no apoyen a los otros mexicanos en situaciones tan difíciles como las que está pasando Acapulco (o sea, me imagino a Brozo, el Saco de Pus y Pedro Ferriz haciendo la danza de la lluvia para que el Ejército y la Guardia Nacional no puedan ayudar a Acapulco); por eso personajes como la señora Kinky Téllez y Markititito Cortés, prácticamente le exigen a Joe Biden, con muy que ooooootraaaaaaaa veeeeeeeezzzzzzz invada México para acabar con el comunismo de la cuatroté (o sea, qué les hará pensar que en caso de otra invasión yanqui, el Tío Sam pondría al frente de un gobierno usurpador a gente como ellos, ni que fueran tontos); por eso tenemos al sector opositors moviendo sin éxito etiquetas muy patibularias contra AMLO y Claudia Sheinbaum acusándolos de narcos, cuando su líder, el ex presichente Jelipillo, tiene a García Luna Productions, declarado narco por su amada justicia gringa, y que pronto será condenado a limpiar las bartolinas del presidio forever & ever.
Este lumpenderechayotariado que sacó a pasear su misoginia, machismo y clasismo creyendo con torpeza que, adjudicándole a la presidenta un sitio en la servidumbre, esto podría ser ofensivo. Ofensivo hubiera sido compararla con Pedro Ferriz o la doctora Dresser, la verdad.
Digo, si la ministra Piña en vez de ampararse cada 10 minutos y mandar sus ejércitos de bots a quienes cuestionan al Poder Perjudicial, hubiera sacado su guardadito de los fideicomisos para apoyar a los damnificados como prometió sin cumplir el año pasado, ahorita se estaría ganando algunos puntos de rating para dejar a Claudio XXX en el sótano de la popularidad.
Pero qué se puede esperar si el más avezado intelecuál derechairo, mi Kike Krauze de toda la vida, se tira al suelo, se hace la vístima, se convierte en catador de gazpacho y butifarras de la Corona Española, y ya no sabe si esto es Venezuela, una Monarquía comunista o una dictadura de las malas porque las buenas son las perpetuas.
Que el lumpenderechayotariado pare de sufrir.
