Tan no parece haber diferencia entre la madriza campal en el estadio Alfonso Lastras y la densa batalla de ingeniosos hashtags que se vomitan en Twitter a favor o en contra de Amlove con el mismo rijoso entusiasmo, diríase que hasta de manera barbajanesca, al que recurrieron las barras bravas del San Luis y del Pachuca, que lo único que faltó fue tener una vista al VAR para ver todo con el milagro de la repetición.
Y como todo, al principio son divertidas todas esas mentadas de ida y vuelta, esa narrativa atiborrada de tonos poéticos maravillosos que van de intensidad a más intensidad y luego a la angustia.
Ya luego las cosas se ponen muy chocantes y aburridas, pero sobre todo predecibles cuando se desata el melodrama ranchero y la histeria ante el advenimiento del apocalipshit. Ya no se diga la discusión entre nuestros más sensibles pensadores sobre si se debería o no haber entregado al tal Ovidio, como si hubiera sido opcional permitir que se desatara un estado de sitio con sus debidos daños colaterales contados por docenas. Los comprendo, la experiencia calderónica los dejó en una especie de coitus interruptus de sangre, y me parece hasta lógico que prefieran las matazones como indican algunas encuestas, y les parezca hasta anticlamático que soltaran al júnior del Chapo.
Ahora, eso no quiere decir que no se investigue el operativo, porque los que metieron la pata, los pendejos con iniciativa, merecen que les apliquen una terapia de choque ejemplar (encerrarlos con Chayito Robles antes que los tecnicismos la liberen) porque hasta parece que los asesoró Markititititito Cortés que es un híbrido entre Piñera en Chile y Lenín Moreno, fanáticos de Vargas Llosa.
Lo más ameno ha sido esa onda de que con los criminales no se negocia, que seguramente tiene sus orígenes después de ver tantas películas de Rambo o de Swarzeneger, donde no se negocia con criminales y se sueltan las matazones.
Bueno, a lo mejor deben ser esos objetores de conciencia a los que quieren proteger en el Congreso de Nuevo León, que le ha concedido a los servidores públicos la opción de atender o no en instituciones de salud a miembros de la comunidad LGBTT. Y luego van a querer que les pongan una campana como a los leprosos en la antigüedad.
Y hablando de regarla gacho, esperemos que la UNAM no vaya a dejar que el caso de la chica violada en el CCH Sur se le complique como en el caso de Lesvy. Cero impunidad.
[email protected]
@jairocalixto