Es de llamar la atención que The Economist manifieste una preocupación tan intelectual y reflexiva sobre México, que solo puede compararse con la de un panista defensor de derechos humanos gritando y amenazando desaforadamente afuera de la embajada cubana.
Y aunque es un lujo inmerecido que tan excelsa publicación, que es como el Alarma! de la onda financiera, se preocupe tanto por nuestro país, cabe decir que están muy mal asesorados. Si quieren conocer el México verdaderamente profundo, hacen muy mal de acercarse a los de la “Eh, la BOA”, Letras Libres y esas cosas (¿qué fue eso de plagiarse el casi nada manido concepto de Mesías tropical del casi nada manido Kike Krauze?) pues los hacen creer que llamarle a López Obrador “Cantinflas” es un insulto. Cómo estará la cosa que para mal hablar del país ya no consultan a nuestros intelecuáles, sino a Paty Chapoy o Pedrito Sola.
O sea, si le llamaran Arath de la Torre o Eduardo Yáñez sí sería muy manchado (o “peoncito” como le dijo Carmen Aristegui a Loret, ya sería para batirse en un duelo), pero “Cantinflas” es casi un elogio. Claro, si los de The Economist hubieran sido más específicos comparando a AMLO con el Cantinflas de El patrullero 777 y no con el de Ahí está el detalle, su ironía habría tenido cierto sentido; ya no le pidan ayuda al Huero Castañeda, solo les hace daño.
Esa bonita gente de The Economist debería de buscar asesoría entre grupos que tengan más barrio y que además su barrio los respalde.
Están como esos egresados de Harvard, por ejemplo, que están en contra de la consulta sobre el juicio contra los expresichentes (que mi Tatanka Córdova de la nueva vieja banda TimbirINE quiere hacer pasar por una consulta que no es sobre los expresichentes aunque sea sobre los expresichentes) porque dicen que no entienden la pregunta. O sea, ni que fuera el Baldor. Al rato nos van a salir con que “ya me sabía la respuesta, pero me cambiaron la pregunta”. Por eso entre más conozco a los de Harvard como los Salinas y Jelipillo, más quiero a los de Harbartolo Naucalpan.
A ver si así los de The Ecomonist y los harvardianos entienden que la pregunta de la consulta que les parece tan cantinflesca (a lo mejor confundieron al legendario mimo con Margarita Zavala) no fue de la Cuarta tranformeichon sino de la Tremenda corte.
Entre más conozco a The Economist más aprecio al TvNotas. Dónde habrán tomado sus cursos de periodismo los de The Economist, ¿con Loret?
@jairocalixto